Maite UBIRIA
BAIONA
REFORMA DE LAS PENSIONES

Macron marca un plazo de cien días para recobrar la calma y pide unidad

Recobrar la calma, la unidad y la capacidad de acción. Emmanuel Macron se da un plazo de cien días para perfilar políticas que conciten acuerdos y generen certezas en materias claves como el trabajo, la justicia o el progreso. El presidente francés recurrió anoche a una alocución televisada para mirar por el retrovisor a la crisis de las pensiones.

Hubo caceroladas en numerosas localidades para protestar por la «sordera de Macron».
Hubo caceroladas en numerosas localidades para protestar por la «sordera de Macron». (Damien MEYER | AFP)

Emmanuel Macron atesora una tasa de popularidad por debajo de la barrera del 30%. Y anoche, con una cita en prime time a las 20.00, trató de orientar su GPS en dirección a la ciudadanía.

El presidente francés se lanzó a esa campaña de reconquista, evitando la soberbia, y con algún que otro recurso emocional. Con todo, tras esos doce minutos de discurso grabado de antemano, es poco probable que su muestra de «comprensión» hacia «la cólera que se ha expresado en la calle» sirva por sí sola para borrar de la memoria su decisión de promulgar la reforma de las pensiones apenas transcurridas unas horas desde que el Consejo Constitucional avalara el texto que retrasa a 64 años la edad de jubilación.

Macron dedicó, por ello, el tiempo justo a evocar la reforma que quiso presentar como cosa hecha, pero sobre todo como algo que había que hacer. «La respuesta no podía ser bajar las pensiones o subir las cotizaciones, no podíamos quedarnos tampoco sin hacer nada, por lo que el esfuerzo que hemos hecho es del todo necesario» aseveró, para insistir en que «la respuesta no podía venir ni del inmovilismo ni del extremismo».

Tras asumir sin alardes excesivos lo actuado, Macron consideró que «ser un pueblo capaz de definir su destino, de defender su independencia, exige un esfuerzo» para hacer pivotar, de inmediato, en la construcción de ese proyecto común la «superación de las divisiones y del sentimiento de injusticia».

Y a partir de ahí se decantó abiertamente por la opción «recalculando el recorrido», confirmando que el objetivo de su alocución, contestada en las calles con caceroladas como la desarrollada ante el Ayuntamiento de Hendaia, era apuntar en dirección a otros proyectos o, si se prefiere, a otras reformas.

Macron expuso los ejes de un programa de gobierno. Como si se presentara a las elecciones que ganó, aunque de aquella manera, en 2022. Y sus apelaciones a un futuro mejor se asemejaron por momentos a una alocución navideña.

ENTRE CACEROLAS

Mientras en numerosas localidades los ciudadanos hacían sonar las cacerolas, Macron exponía al otro lado del plasma sus tres prioridades. La primera, sin sorpresa: el trabajo. Elogió el descenso continuado del desempleo, anunció mejoras en la formación profesional y abogó por «actuar de manera más vigorosa» para conseguir mejoras en los salarios y en el reparto de la riqueza.

Invitó a los agentes sociales a sumarse a «ese pacto por el empleo» que enlazó con el gran objetivo de la reindustrialización «en base a un modelo nuevo que integre los imperativos del cambio climático».

Segunda prioridad: la Justicia. Macron dedicó un capítulo a «la lucha contra la delincuencia», prometió reforzar la plantilla de los tribunales y «mejorar el control de la inmigración ilegal», todo ello con vistas a regenerar, dijo, el orden republicano.

Tercer objetivo: el progreso. «Quiero que recuperéis la certeza de que vuestros hijos vivirán mejor que vosotros», aseveró, para desplegar directamente el catálogo y prometer refuerzos en educación, en sanidad y, en general, en cobertura social.

Emmanuel Macron cerró su alocución desde el Elíseo rememorando su reciente visita a la catedral de Notre Dame y a sus obras de recuperación tras el devastador incendio sufrido cinco años atrás. Se refirió a esa obra magna como ejemplo de la capacidad de avanzar pese lo que pase.

Los tres campos de trabajo marcados por Macron en su nueva hoja de ruta deberán de ser detallados en proyectos concretos por la primera ministra, Élisabeth Borne -a la que Macron ya encomendó hace semanas la tarea de extender los consensos en torno a su proyecto político- y, pasados cien días, esos ejes de trabajo serán objeto de una primera evaluación en la simbólica fecha del 14 de julio.

LA SECUENCIA Y LAS SECUELAS

Tras la aprobación de la impopular reforma de las pensiones sin voto en el Parlamento, vía artículo 49.3, el Consejo Constitucional emitió el pasado viernes un dictamen que la oposición estima que «empeora todavía más las cosas» .

De hecho, el órgano, que declaró constitucional en la forma y en el fondo la ley, optó por al eliminar apartados como el que obligaba a las empresas a elaborar un listado de trabajadores senior, con vistas a evitar la expulsión de los empleados de más de 55 años.

Macron pasó ayer de puntillas sobre la cuestión, aunque evocó la «evolución profesional» como otra de las cuestiones susceptibles de engrosar el «pacto por el empleo».

La intersindical declinó, de antemano, acudir este 18 de abril al encuentro de Macron, y, tras mostrar, anoche, su decepción con el discurso del presidente, consagrará sus esfuerzos a preparar la que espera sea una poderosa respuesta en las calles en el marco del Primero de Mayo.

Sandrine Rousseau, una de las voces autorizadas de la alianza de izquierda Nupes, calificó de «vacío sideral» la alocución presidencial. La ultraderecha se ciñó al guión marcado el domingo por su líder, Marine Le Pen, que sugirió a Macron «tres soluciones» para salir de la crisis: el referéndum, la disolución de la Asamblea Nacional o, directamente, su dimisión.



Primer test en las urnas para Tamaru

Los electores polinesios acudieron a las urnas en el que constituye el primer test electoral desde la ratificación de la reforma de las pensiones, aunque el resultado desborda, por otras razones, el cálculo hexagonal.

El histórico líder independentista polinesio Oscar Temaru se hizo el domingo con un 34,9% de los votos en la primera vuelta de las elecciones territoriales en Polinesia.

Temaru, de 79 años, partirá como favorito de cara a la segunda vuelta del 30 de abril, en la que tendrá como principal rival al presidente saliente, el autonomista Edouard Fritch, considerado próximo a Emmanuel Macron, y que cosechó en el primer round electoral un 30,46% de los sufragios.

Una victoria, por ajustada que fuera, en segunda vuelta, serviría a la formación de Temaru, Tavini Huiraatira, para dotarse de una sólida mayoría en la asamblea territorial durante los próximos cinco años. Al tiempo, situaría al independentismo en una buena posición para negociar con París la siguiente fase del proceso de descolonización de este territorio del Pacífico.

Oscar Temaru cuenta con el apoyo de la alianza de izquierda Nupes, lo que le valió una gran victoria en las elecciones legislativas de 2022. Su formación logró los tres escaños en juego para la Asamblea Nacional gala. Moetai Brotherson revalidó su escaño y fueron elegidos también Steve Chailloux y Tematai Legayic, el último con solo 21 años. Los tres electos independentistas en París mantienen una actitud activa en contra de la reforma de las pensiones. GARA