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33 AÑOS DESPUÉS DE LAS MUERTES DE LIZARRALDE Y ARREGI EN LA FOZ

La verdad de Irunberri emerge ante la derrumbada versión oficial

Hace ya 33 años desde las muertes de los militantes de ETA Susana Arregi y Jon Lizarralde en la Foz de Irunberri y 28 desde que la AN absolvió a Germán Rubenach de la acusación de participar en un «suicidio colectivo». Una reconstrucción exhaustiva redactada por Pako Aristi establece ahora lo más parecido posible a la verdad, esa verdad que solo los guardias civiles podrían certificar.

Pako Aristi, junto a Gure Bazterrak, Egiari Zor, familiares o el abogado Txemi Gorostiza. (Jon URBE | FOKU)

El 25 de junio de 1990 a mediodía, el guardia civil José Luis Hervás murió por disparos de tres miembros de ETA en un encontronazo casual en la Foz de Irunberri. Eran tiempos de enfrentamiento abierto; y aquella garganta, el peor escenario posible para caer en manos del enemigo. La Guardia Civil cerró las dos entradas al desfiladero y casi un día después aparecían allí los cadáveres de Jon Lizarralde y Susana Arregi. Horas antes habían sacado, muy malherido con un disparo en la cabeza, a Germán Rubenach, que debido la amnesia peritraumática no ha podido arrojar luz alguna sobre lo sucedido.

A nivel judicial sí se estableció algo, cinco años después: Rubenach fue absuelto de la acusación de auxilio al suicidio de sus compañeros, como afirmaba la versión oficial. Y si no los mató él, ¿quién más pudo ser? Esta es una pregunta retórica a la que trata de dar respuesta una investigación muy exhaustiva emprendida por la asociación Gure Bazterrak de Oñati, la localidad de Susana Arregi. Y que de momento da pie a “Arroilaren negarra”, un libro de Pako Aristi que se ubica a medio camino entre el reportaje periodístico y la indagación extrajudicial. El trabajo presentado este viernes provoca congoja, inherente a unos hechos tan tremendos y a la vez tan opacos.

Aristi quiso emular en la presentación lo que el entonces ministro de Interior, José Luis Corcuera, hizo cuatro días después de los hechos en el Congreso español. Resumió lo que se sabe con certeza en nueve folios, exactamente los mismos que empleó Corcuera para argumentar una versión oficial insostenible.

«Aquella es la única versión que se conoce, pero es falsa -remarcó Aristi tras esta potente investigación, que ha contado con muchos colaboradores y multitud de fuentes consultadas (sumario judicial, hemeroteca, libros posteriores, entrevistas a protagonistas…)-. Con la versión alternativa creo que nos hemos acercado bastante a la realidad. La de Corcuera es ficción casi completamente».

En esos nueve folios Aristi desmonta punto por punto aquella versión policial -como se recoge en la página derecha-. Y todo el resto de lo conocido conduce a lo único realmente factible; que los miembros de ETA acabaron capturados (quizás entregándose ante la imposibilidad de huir en ese espacio angosto que tenía como única salida dos túneles cerrados policialmente), que fueron interrogados para extraerles información (como muestran las redadas posteriores y otros datos extraídos) y que terminaron ejecutados finalmente, aunque Rubenach logró sobrevivir casi milagrosamente.

En el marco de esta investigación se han recabado los testimonios de las únicas personas que estaban en la Foz aquel mediodía aparte de los guardias civiles y los miembros de ETA: un grupo de niños de Gasteiz junto a sus monitores, de excursión, y una pareja de turistas neerlandeses a los que los militantes les pidieron el coche para huir, sin lograrlo. También se han logrado dos autoinculpaciones de aquel doble crimen, aunque anónimas, verbalizadas ante dos presos. Entre los aspectos difíciles de esclarecer todavía, si el desenlace mortal fue improvisado u ordenado desde arriba tras consultas.

«Es el Estado español el que nos ha dado derecho a aportar nuestra versión, porque nos ha robado toda la información. Y si no estuviera de acuerdo con nuestra versión, le retamos a que haga pública esa información y que ambas se confronten», concluyó el escritor. También cree que se podría hacer una reconstrucción en el lugar, por ejemplo a cargo de Aranzadi, como ocurrió con el «caso Zabalza», para avanzar en el esclarecimiento.

La investigación judicial, subraya igualmente el libro, fue muy pobre desde el Juzgado de Agoitz, bajo presiones de la Guardia Civil, que llegó a espiar una toma de declaración a Rubenach desde el baño de la habitación del hospital en que convalecía. Quien mejor sabe todo esto es el abogado Txemi Gorostiza, que asistió al acto de presentación en Donostia.

Desde Gure Bazterrak, Ander Lizarralde explicó que «siempre ha habido inquietud en el pueblo, ¿qué ocurrió en la Foz de Irunberri? Nunca hemos creído esa versión del suicidio colectivo. Los oñatiarras, los andoaindarras, los iruindarras y el resto de los vascos tenemos la convicción de que los detuvieron y torturaron, pero no bastaba con eso». Ofrecieron a Pako Aristi intentar aclararlo y contarlo, y este «se metió a fondo» en el asunto, algo que agradecen. Desde la editorial Erein, Uxue Razquin definió el trabajo como «gigante y a la vez detallado».

En la presentación de este “Arroilaren negarra” también habló Pilar Garaialde, en nombre de Egiari Zor. Remarcó que «llevamos años con la reivindicación de abrir las cajas negras de estos casos» frente a «versiones oficiales construidas para ocultar auténticos crímenes». Saber la verdad es un derecho «de toda la sociedad». «Nos puede blindar contra la repetición» y «es fundamental para construir la convivencia», resumió Garaialde.