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La presión del G7 sobre Rusia amenaza la continuidad del acuerdo del cereal

Ucrania puede verse privada de una importante fuente de ingresos si los acuerdos para la exportación de grano que vencen el mes que viene no se prorrogan. Moscú amenaza con no hacerlo si el G7 extiende el veto a todas las exportaciones a Rusia, lo que se añade a los recelos de los propios vecinos y aliados militares de Kiev.

Un soldado ucraniano, en un blindado, cerca de Bajmut, en Donetsk. (Anatoli STEPANOV | AFP)

Los países del G7 están considerando vetar el grueso de sus exportaciones a Rusia, según la agencia japonesa Kyodo, que cita fuentes gubernamentales niponas. La filtración se conoce un mes antes de la reunión del grupo en Hiroshima, donde la guerra de Ucrania volverá a ser uno de los temas centrales. «Sabemos que hay noticias al respecto, pero evitamos hacer ningún comentario», afirmó una portavoz del Ministerio de Exteriores japonés, poco después de publicarse que EEUU y Ucrania estarían estudiando ese veto.

El G7 ya ha congelado sus exportaciones de una amplia gama de productos a Rusia pero la extensión del veto podría afectar a muchos más, como coches, neumáticos, cosméticos o ropa.

El vicepresidente del Consejo de Seguridad ruso, Dmitri Medvedev, replicó ayer que esto podría implicar el fin del acuerdo sobre el grano ucraniano. «La idea de los del G7 sobre la prohibición total de exportaciones a nuestro país es magnífica por definición, por el hecho de que supone también el cese de importación de los productos de nuestro país más sensibles para el G7», lanzó. A su vez, los ministros de Agricultura de los países del G7, reunidos ayer en la ciudad japonesa de Miyazaki, condenaron el uso de los alimentos «como medio desestabilizador y herramienta de coerción geopolítica» por parte de Rusia prometiendo más apoyo para Ucrania y a iniciativas para abrir vías de exportación de grano como los llamados «corredores solidarios» y los acuerdos para abrir puertos del Mar Negro. Pero la extensión de estos acuerdos, prevista para el próximo 18 de mayo, está en el aire, con lo que Kiev puede verse privado del balón de oxígeno que estas divisas suponen.

El aviso ruso se suma al recelo de los vecinos de Ucrania, que también complica su continuidad. La eliminación de aranceles y controles de calidad para la entrada en la UE permitieron la llegada de unos 24 millones de toneladas cuyo destino debía ser el mercado mundial pero que en gran parte permanece en los países vecinos de Ucrania compitiendo con sus productos locales.

Polonia y otros cuatro países reaccionaron vetando no solo cereales sino una larga la lista de productos agroalimentarios ucranianos, lo que llevó a Bruselas a anunciar unas ayudas de 100 millones de euros, y a admitir un veto temporal. El inminente comienzo de la cosecha de cereales coincidirá con el fin, el próximo 1 de julio, de la prohibición de importar alimentos ucranianos a Polonia. Para entonces, el Gobierno polaco espera haber dado salida a todo el grano ucraniano almacenado en sus silos, pero la capacidad de los puertos de Gdansk y Gdynia arroja dudas al respecto.

El conflicto se ha convertido en el mayor desafío al apoyo, hasta ahora sin fisuras, de Varsovia a Kiev.