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Los candidatos a presidir Turquía, del cielo a ras de suelo

Mientras el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, centra su campaña en mostrar poderío militar y los grandes proyectos y construcciones de los últimos años, el principal candidato opositor, Kemal Kılıçdaroğlu, apunta a los dossieres del desastre económico y de la represión política creciente para intentar arañar votos.

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, en la cabina del prototipo de caza de combate Kaan. (HANDOUT | AFP)

Visible desde varios puntos de la ciudad, un portaaviones de proporciones faraónicas luce a la vista de todos: colas interminables para visitar la recién inaugurada obra del líder indiscutible, Recep Tayyip Erdogan. «Los que no lo ven están ciegos», explica a GARA un declarado seguidor del presidente, mientras señala el majestuoso barco con una sonrisa y dice que ha cruzado Anatolia entera para entrar unos minutos al barco. Este es solo uno de los muchos regalos que el presidente tenía en la recámara con un mensaje claro: «Somos capaces de esto y mucho más».

Por eso, la base más fiel del gubernamental AKP acudió a la jornada de puertas abiertas de la gran obra militar, que ahora yace en las aguas del Bósforo. Días después, tres aviones militares cruzaban a paso ceremonioso Estambul con motivo del Teknofest, el anual festival de aviación militar, y el presidente presentaba la nueva creación, el avión de combate Kaan, de fabricación turca y que será capaz -según él mismo- de sustituir al actual F-16. El proyecto está inacabado, pero Erdogan quería presentarlo en sociedad antes de los comicios. Y de la lista de promesas también forman parte los yacimientos de petróleo que han encontrado supuestamente esta semana en la provincia de Sirnak -cerca de las fronteras de Siria e Irak-, los hallazgos de gas en el Mar Negro o la central nuclear de Akkuyu, realizada mano a mano con Putin y que estará plenamente operativa en 2026.

PROYECTOS Y PROMESAS

En el año del centenario de la fundación de la República de Turquía, Erdogan y los suyos sacan pecho. El palacio presidencial luce hasta 1.200 tijeras que el presidente ha utilizado para cortar las cintas en las inauguraciones que ha oficializado: la escenificación de un gobierno que para unos se ha dedicado a la construcción y para los críticos, al clientelismo.

Porque los proyectos y grandes construcciones son la piedra angular del Gobierno del AKP y el centro de la campaña de Erdogan. Por otro lado, los hallazgos de gas anunciados a pocos días de que Turquía acuda a las urnas han provocado un hecho inédito: «el consumo de gas natural en las casas durante un mes y el consumo de cocina y agua caliente durante un año será gratuito», anunció el presidente entre aplausos. Y no solo eso. También anunció que las reservas de gas natural halladas en el Mar Negro el año pasado cubrirán aproximadamente el 30% de la necesidad anual del país cuando la terminal alcance la máxima capacidad, una fecha que no llegará antes del 2028. Pero para el Gobierno, que lleva más de veinte años en el poder, cinco años no son nada.

Para la oposición, en cambio, en tiempos de crisis económica y cuando parte de la población vive al día, significa un mundo. Es por ello que su campaña -no libre de tics panturcos- se centra en la economía, los asuntos sociales -como los presos políticos y los investigados por insultos al presidente- o los damnificados por el terremoto, entre otras materias.

«Los jóvenes quieren democracia, no quieren que la policía llame a sus puertas de madrugada después de hacer un tweet» dijo el líder opositor Kılıçdaroğlu en una entrevista a la BBC esta semana. Y es que la Justicia turca abrió en 2022 más de 7.600 casos por insultos al presidente, según el propio Ministerio, un número que él mismo quiere reducir a cero en caso de llegar al poder: «Bajo mi mandato esta ley se eliminará, todos me podrán criticar», prometió.

En cuanto a la economía, haciendo uso de la aplicación TikTok -en un claro guiño a los jóvenes- apuntó al peso de la inflación: «Si Erdogan se queda, esta cebolla costará 100 liras (5 euros). Incluso ahora, el precio de esta pequeña es de 30 liras (1,5 euros)». En un momento en que, según los economistas independientes, la inflación roza el 100%, el discurso económico ha calado a pie de calle.

En otra de sus múltiples inauguraciones recientes -rodeado de aviones de combate y drones- Erdogan parafraseó a Mustafa Kemal Atatürk, fundador y padre de la Turquía moderna: «El futuro está en el cielo, las naciones que no puedan proteger su cielo, no pueden prever lo que vendrá mañana», dijo en 1925.

Y Erdogan, con el afán de mostrar que siempre va dos pasos más allá, quiere convencer a los votantes de que el futuro de Turquía siempre estará mejor salvaguardado bajo sus órdenes. Pero muchos turcos también saben que lo que hay a día de hoy, a pie de calle, es inflación y una economía que les ahoga. Por eso, la oposición no mira hacia arriba, sino hacia abajo, al suelo.