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FATUM

La última bala


En este su debut en el formato largo, Juan Galiña ha querido jugar las bazas del thriller más convencional y bajo la premisa de un argumento cuya declaración de intenciones resulta de telefilm.

No obstante, su discurso visual goza de una elegante factura y unos movimientos de cámara que el director maneja con soltura. Al siempre efectivo Luis Tosar le ha correspondido en esta ocasión meterse en la piel de un hombre desesperado y al límite que arrastra serios problemas debido a su poca suerte que tiene a la hora de realizar apuestas. No obstante, su pésima suerte puede cambiar cuando le dan un soplo relativo a un partido de fútbol amañado.

Decidido a hacer su última apuesta, con la que puede recuperar todo el dinero que perdió, se acerca junto a sus hijos hasta una casa de apuestas que, por casualidades de la vida, será asaltada por un atracador -Arón Piper-.

EN EL PUNTO DE MIRA

El tercer movimiento de este juego lo ofrece la policía, en concreto un francotirador -Álex García- que mientras debe ejecutar su misión de apretar el gatillo cuando así se lo indiquen sus superiores, está pendiente de lo que ocurre en la habitación del hospital donde ingresó su hijo a la espera de un trasplante. Colocadas todas las piezas sobre el tablero, “Fatum” se descubre como un thriller efectivo y que guarda en su recámara un giro relativo a una bala y su destino final. Tras esta primera parte que no aporta excesivas cuestiones novedosas, el filme da paso a una segunda parte más interesante y destinada a dotar de sentido este dramático cruce de vidas mediante un cambio en la estructura y escenografía de una historia que deja de ser previsible. A ello se suma la esforzada labor de un reparto sólido y un ritmo muy equilibrado.