Ane URKIRI ANSOLA
Entrevista
MATILDE MARTÍNEZ
Exfutbolista y galardonada con el premio “One Club Woman” del Athletic

«Lo que te llevas es el camino recorrido en 20 años, que ha costado lo suyo»

Matilde Martínez (Honrubia, Cuenca, 1988) concluyó el año pasado una trayectoria de 20 años en el Fundación Albacete. Llegó siendo una niña, con 14 años, «y empezaba mi sueño». El Athletic ha querido reconocer toda la carrera futbolística de la manchega, que se convierte en la cuarta mujer que recibe el galardón “One Club Woman” por parte del club vizcaino.

(Óscar MATXIN EDESA | FOKU)

Matilde Martínez aún está procesando el galardón “One Club Woman”, un reconocimiento del Athletic por su trayectoria de 20 años en un mismo club, en el Fundación Albacete, y compaginando con su trabajo de enfermera durante más de una década. «Cuando me llamaron en abril, yo alucinaba».

Colgó las botas el año pasado por un cúmulo de circunstancias, pero «en paz» con el fútbol. Entre sus logros como capitana de Fundación Albacete está el ascenso a Primera en 2014, tras perder cinco fases de ascenso. Repasa con GARA su trayectoria una de las jugadoras que, desde la sombra -como otras muchas-, ayudó a que el fútbol femenino haya llegado a donde está. «Y hay que seguir», recalca.

¿Qué supone este reconocimiento?

Supone un culmen de mi carrera, una guinda final bastante bonita, que no me esperaba para nada. Ha coincidido que está todo muy reciente y es de agradecer.

20 años de trayectoria, desde los 14 años en el primer equipo de Fundación Albacete. ¿Qué valoración hace?

A los 14 empezaba mi sueño. Empiezas a jugar en el equipo de tu región, en un grupo majete. Vas viendo que vas compitiendo contra los mejores y que no hay tanta diferencia. Se te mete el gusanillo y te preguntas por qué no conseguir el ascenso con el equipo de mi región. Creo que todas pensábamos lo mismo en aquel grupo, que mantuvimos un bloque durante seis-siete años, y al final por cabezonas, después de perder cinco fases de ascenso, conseguimos el objetivo. Fue un sueño de vida. El ascenso, con tu equipo, en tu ciudad, con toda tu familia... ¿Para qué irte a otra parte del mundo si lo tienes aquí?

Y se mantuvieron en Primera durante cinco años.

Claro, lo decimos como algo secundario, pero tiene su mérito. Y prácticamente sin fichar a nadie, porque no podíamos ofrecer nada. Ofrecíamos un buen grupo y poco más.

Recuerdo que en los dos primeros años no teníamos casi patrocinadores y uno de ellos nos daba 50 cada meses. Recuerdo ponernos en fila y que Mila [Martínez, entrenadora] nos fuese dando los 50 euros, hasta que se acabó. En febrero ya no teníamos ese plus. Éramos tan felices jugando en Primera, cumpliendo un sueño...

¿Cómo recuerda esos viajes a Lezama?

Cada vez que veníamos al País Vasco, fuera al campo que fuera, nos trataron como si fuéramos de la familia. Aquí, en Lezama, qué te voy a decir, si me han dado un premio por mi trayectoria [se ríe]... Solo tengo palabras de agradecimiento. Yo he crecido viéndolas ganar en la tele. Llegas aquí, te enfrentas a ellas, ves toda la infraestructura... es otra historia, otra forma de tratar la cantera.

¿Por qué decide colgar las botas la temporada pasada?

Fue un año muy duro. Mi padre estaba enfermo y falleció el año pasado. Hubo que cuidarlo bastante y tenía tres trabajos, por así decirlo: estar con mi familia y cuidar cuando me tocaba; iba a trabajar y luego, a entrenar. Y no había días libres. El martes, el día que se libraba, yo debía echar las horas correspondientes que debía de la semana en el trabajo... Llegó un momento que mi cuerpo dijo basta y no podía más. Llegaba a casa y quería llorar.

¿Se marcha en paz por todo lo que ha dado al fútbol?

Para Castilla-La Mancha, que era una región que no tenía mucha cultura de fútbol femenino, el Fundación Albacete ha sido pionero. Ya había muchas referentes pero como club no había nada. Ha sido importante para que luego salgan chicas como Alba Redondo [actualmente en el Levante] o Carla Bautista [debutó en Lezama con 15 años, después fichó por el Atlético, pasó por la Real campeona de Copa, Valencia, Rayo Vallecano y ahora ha vuelto a casa]... Les hemos ido abriendo el camino y supongo que están agradecidas, y nosotras a las anteriores también, que hay que nombrarlas. Lo que te llevas es el camino, que ha costado lo suyo, pero no me arrepiento de nada.

¿Cómo ha visto la evolución? Ha acelerado mucho en los últimos años.

Es que iba muy muy lento y entonces ahora nos parece que va bastante acelerado. Al final, lo mínimo es un sueldo digno en las categorías más importantes. Se ha conseguido en Primera, nos van a decir pesadas, pero hay que seguir. Hemos llegado hasta aquí siendo pesadas, ahora que hay mucha más visibilidad, tenemos que aprovechar todo esto para que las que vienen puedan disfrutar y puedan vivir de esto, no como nosotras.

¿El ascenso de 2014 fue su mayor logro?

Sí, no por el ascenso en sí, sino por conseguirlo con tu gente, en tu campo, con tu afición... porque hubo bastante entrada, 3.000 aficionados, algo inédito en nuestra región. Fue el momento más bonito que guardo de mi carrera, me quedé como sorda cuando el árbitro señaló el final; vi cómo se acercaba la gente y lloré, claro.

¿Su mayor decepción?

Las cinco fases de ascenso perdidas. No sabes qué estrés provocaba eso. Me salían úlceras por las lentillas... Lo pasaba fatal. Creo que el estrés que se me acumuló el año pasado tenía su origen en los años anteriores. Como que el cerebro recuerda y cuando te vienen momentos de mucho estrés, vuelve a revivir.