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Las tensiones en el entorno de Putin empañan el «Día de la Victoria»

El inquilino del Kremlin, Vladimir Putin, prometió la «victoria» en una guerra de la que reponsabiliza a Occidente y le acusa de buscar destruir Rusia, en un discurso en el que reiteró el paralelismo con la II Guerra Mundial. Los mercenarios de Wagner replicaron con una nueva diatriba y criticaron al Ejército por su incapacidad y por mentir al comandante en jefe y presidente.

Discurso del presidente ruso en la Plaza Roja. (Dmitry ASTAKHOV | AFP)

En su segundo discurso durante el desfile militar de la Plaza Roja desde el inicio de la invasión de Ucrania, el presidente ruso, Vladimir Putin, insistió en establecer un paralelismo histórico de la guerra en Ucrania con la victoria soviética, y a la postre mundial, sobre la Alemania nazi, de la que se cumplen 78 años.

Una guerra, la de Ucrania, de la que Rusia no es responsable, sino víctima, al haber sido «provocada contra nuestra patria» por Occidente para provocar «la caída y la destrucción de nuestro país».

Haciendo otra vez suyas ideas-fuerza del movimiento de la «nueva derecha», Putin volvió a acusar de supremacismo a Occidente, «de imponer su voluntad, sus derechos y sus reglas», para forjar desde el exclusivismo de las élites globalistas (...) un sistema de saqueo», en el que también se destruyen «los valores tradicionales que convierten al hombre en hombre».

Tras presentar a Ucrania como «rehén» y «moneda de cambio de sus (de Occidente) crueles y lucrativos planes», el inquilino del Kremlin prometió la victoria.

MENOS FASTOS

El comandante en jefe saludó a sus fuerzas militares, especialmente a los cientos de miles de reservistas movilizados. «En vosotros descansa la seguridad del país, de vosotros depende el futuro de nuestro Estado y nuestro pueblo», añadió, para concluir su discurso de diez minutos con un «¡Por Rusia, Por la victoria. Hurra!».

El discurso, ante unos 10.000 militares, incluido más de medio millar destinados en Ucrania, y con la única presencia internacional de los líderes de la CEI (Bielorrusia, Armenia, Kazajistán, Uzbekistán, Kirguistán, Tayikistán y Turkmenistán) se vio empañado por las estrictas medidas de seguridad, con el reciente sobrevuelo de drones sobre el Kremlin en la retina, y que obligaron a suspender la tradicional marcha del «Régimen de los Inmortales», que reúne anualmente a decenas de miles de rusos que homenajean a los veteranos del Ejército Rojo que vencieron a los nazis.

Hubo desfile en San Petersburgo y en otros puntos de Rusia. No obstante, fueron suspendidas decenas de marchas, sobre todo en las zonas de Ucrania bajo control ruso y en las regiones rusas más cercanas a la frontera.

DIATRIBA DE WAGNER

Fue, sin embargo, una nueva diatriba del jefe de la compañía Wagner la que arrojó sombras sobre el discurso de Putin y sobre la histórica jornada, mostrando las fisuras crecientes en el entorno del Kremlin y dejando otra vez en evidencia que la «campaña militar especial» va mucho peor de lo que Rusia no ya deseaba, sino pensaba en el peor de sus sueños. Días después de que amenazara con retirar hoy mismo a sus mercenarios del frente de Bajmut, el jefe del Grupo Wagner, Yevgueni Prigozhin, denunció la «probada incapacidad» del Ejército ruso para vencer a Ucrania, acusó a una unidad del Ejército regular de «huir y abandonar sus posiciones» en la devastada ciudad y llegó a reprochar a la alta jerarquía militar rusa querer engañar a Putin.

«¿Por qué el Estado Mayor no quiere defender el país?», se preguntó, para denunciar que lo que muestra la televisión rusa «no es la realidad».

El empresario, conocido como el «chef de Putin», auguró que «si se insiste en engañar al comandante en jefe (Putin), entonces el comandante en jefe les arrancará la cabeza o será el pueblo ruso el que se enfurecerá si se pierde la guerra».

EL FRENTE DE BAJMUT

Tras insistir en que sus mercenarios no se retirarían ayer a medianoche de Bajmut pese a no haber recibido todavía toda la munición prometida, y después de haber sido advertidos por una orden-circular desde Moscú de que se consideraría una «traición a la patria», Prigozhin llegó hasta a poner en duda la misma celebración del aniversario del triunfo sobre los nazis. «Feliz Día de la Victoria a todos nuestros abuelos. Por qué lo estamos celebrando... esa es una gran pregunta», zanjó el empresario.