¡Dios salve al rey!
Charles Philip Arthur George ha sido coronado rey Carlos III del Reino Unido. Como en un clásico cuento de hadas y al mismo tiempo en todos los canales, el mundo ha asistido fascinado el paso de la dorada carroza real tirada por seis caballos blancos, desde la que los monarcas saludaban sonrientes a los miles de súbditos que los vitoreaban.
No cabía un alma en la engalanada abadía de Westminster, y eso que no estaba invitada a la ceremonia la rama pedófila de la familia real con el príncipe Andrés a la cabeza y el tío abuelo del rey, Lord «Mounthbotton», en la memoria, pero los que sí estuvieron en la abadía fueron todos los demás familiares e invitados: los emparentados con la represión y el colonialismo; los relacionados con la usura, los sobornos y los paraísos fiscales; los parientes y allegados que amasaron fortunas dirigiendo compañías dedicadas al tráfico de esclavos; los amigos y vinculados a las cloacas, el chantaje y el crimen; los honorables magistrados ingleses que se han robado el oro del Banco de Venezuela; y otros lores y sires habituales como Henry Morgan o Francis Drake, vaya, la flor y nata del burdel.
¡Dios salve al rey… y a los demás, por pendejos, que nos lleve el diablo!
(Preso politikoak aske)