Rayco SÁNCHEZ
Entrevista
TONI PADILLA
Periodista y escritor

«Antes se criticaba a los italianos, eran los antihéroes de la época»

‘Único grande amore’ (Panenka) es el último libro escrito por el periodista Toni Padilla (Sabadell, Barcelona, 1977), es el quinto libro que publica con la editorial Panenka. «Es un viaje sentimental», reconoce el catalán, al que le cautivó la selección italiana de la Eurocopa de 1988.

(Monika DEL VALLE | FOKU)

 

Activista de la comunicación, Toni Padilla es amable, cercano, simpático y comprometido. Curtido en mil batallas, cuenta con una dilatada carrera en el mundo del periodismo como jefe de la sección de deportes del diario “Ara” y como colaborador en diferentes medios como Bein Sport, Movistar+, Gol Televisión, Catalunya Radio, RAC1, TV3…

El pasado 4 de mayo presentó en la librería bilbaina Cámara, junto a Galder Reguera, su quinto libro ‘Único grande amore’, en el que recorre 50 ciudades italianas con el fútbol como el eje narrativo. En vísperas de la eliminatoria vital entre Inter de Milán y AC Milan (21.00) por un billete a la final de la Champions League, desde GARA aprovechamos su visita para hablar de escritura, vida y fútbol.

Sabadell, contigo empezó todo…

Yo no existiría sin el Sabadell. Mi padre es andaluz, de un pueblo de Teruel desde el que llegó a la ciudad en los años 60, donde conoció a mi madre, de origen catalán, en un baile de la localidad. Al principio, ella rehuía de él, hasta que los dos se dieron cuenta de que eran hinchas del Sabadell.

Una de sus primeras citas fue acudir al estadio a ver un partido, es por ello que el Sabadell definiría mi identidad.

También tuvo que ver en sus inicios como periodista.

En una época complicada en lo personal, en la que repetí curso en el instituto, encontré entre mis nuevos compañeros al hijo de un histórico periodista deportivo del “Diari de Sabadell”. Él, al igual que yo, también estaba loco por el equipo, a pesar de estar en una de sus peores temporadas con varios descensos. Varias decisiones políticas provocaron el cierre de la radio municipal, y con él, la imposibilidad de poder seguir en directo los partidos que los “Arlequinados” disputaban fuera. Así que mi colega y yo decidimos proponer a la radio municipal de Matadepera, en el pueblo de al lado, que fuéramos nosotros los que los retransmitieran, y aceptaron.

Hasta entonces yo nunca había pensado en ser periodista, pero era la oportunidad perfecta para viajar con el club. Yo llevaba el micrófono inalámbrico a pie de campo y recuerdo que era tan pasional e impulsivo, que llegaba a tapar el micrófono para intercambiar insultos con aficionados rivales. No cobrábamos por las retransmisiones, así que teníamos que buscarnos la manera de llegar a los diferentes estadios; a veces haciendo autostop, llegando a pinchar las cabinas de teléfonos para comunicarnos con la propia emisora de radio.

Hasta que llega su primera oferta laboral remunerada.

Primero estuve trabajando de mozo de almacén, donde me hice una lesión permanente, y posteriormente en un supermercado, para poder pagarme la carrera de Historia en la universidad. Cuando me quedaba un año para licenciarme, la nueva radio de la ciudad me ofreció trabajar sin contrato entre semana, y el periódico “9 Nou”, donde ya era colaborador, me contrató para los fines de semana.

Pero el punto de inflexión, cuando decidí apostarlo todo y dejar aparcada la carrera de Historia, fue en el año 2002, con el nacimiento del periódico deportivo “L'Sportiu”, donde me ofrecieron un trabajo fijo y estable en Barcelona.

A partir de ahí colabora con diferentes medios y se convierte en uno de los creadores de la respetada revista Panenka.

Todo empieza cuando Aitor Lagunas, que quedó prendado de la revista de fútbol alemana “11 Freunde”, nos convoca, entre otros, a Axel Torres, Sid Lowe, Quique Peinado, Jordi Domínguez, José Sanchis y a mí para crear un producto parecido en castellano.

Tras comprobar su acogida con el primer número, a cambio de un euro, nos lanzamos a sacar el proyecto adelante. Durante los primeros dos años perdimos dinero, hubo gente que se bajó del barco, tuvimos que hacer una ampliación de capital poniendo nuestros ahorros, pero hoy en día estamos orgullosos de haber creado una comunidad de personas increíbles, y un proyecto que da trabajo estable a siete personas.

Con la editorial de Panenka ha publicado su quinto libro ‘Único grande amore’. ¿Qué podemos encontrar en él?

Tras la pandemia, en un momento de estrés laboral, escribir este libro me supuso un oasis de paz, un rinconcito a través del que escapar a la actualidad periodística.

Como ya hicieran las primeras guías de viaje en el siglo XVII con el país transalpino, este libro es una guía de viajes sentimental, que recorre 50 ciudades de Italia en transporte público. Cada capítulo describe una población, con su correspondiente identidad, cultura, gastronomía, historia, política y, obviamente, su fútbol. Por cada población que se visita, se desarrolla un concepto: como el sexo, la mafia, fascismo, cine, música, el queso, el vino… que completan el retrato coral de un país, que creo que es víctima de grandes estereotipos y de un pasado glorioso, aun siendo un estado muy nuevo y complejo. Maravillosamente caótico.

¿Por qué Italia?

Realmente no lo sé. Pero recuerdo ver la Eurocopa de 1988 y decir: ‘Estos son los míos’. Quizás porque cuando era niño todo el mundo criticaba a los italianos. Eran los antihéroes de la época, que derrotaron en Sarriá a la Brasil del 82, que escenificaban como nadie la libertad y la belleza. Todo mi entorno la bautizó como los aguafiestas.

Recuerdo también que, en los 90, mis padres, que no tenían mucho dinero, pusieron una parabólica para que su hija aprendiera inglés y francés. Pero yo, en cuanto podía, les robaba el mando de la TV para poner la RAI y los resúmenes del Calcio, y así fue cómo, con 12 años, aprendí a hablar italiano. Llegué a tener tal nivel que, en el viaje de fin de curso del instituto, con 14 años, era el intérprete de los profesores.

En el libro también habla de fútbol y política.

Cuando Italia ha hecho cosas buenas han sido los mejores: elaborando el zapato artesanal, la pasta, el arte... Pero, cuando las hace mal, también son los peores, como cuando dieron vida a la mafia o al fascismo.

Podemos partir del hecho de que, históricamente, Italia no pierde la Segunda Guerra Mundial, si no que cambia de bando y se une a los aliados, acabando como ganador. Los que eran fascistas, cambian la camisa negra por la militar y se encargan de dar la bienvenida a los americanos. Mataron a Mussolini, pero no mataron el fascismo, siempre ha estado allí. Hoy en día existen símbolos que los recuerdan, algunos de ellos disfrazados de partidos demócratas, otros más ocultos entre monumentos, pero es en las gradas de los estadios donde siempre han salido a pecho descubierto y sin ningún tipo de reparo.

Como ya dijera el gran Antonio Gramsci, “todo es política”, por lo que el fútbol, también.

No han intentado despolitizar las gradas, pero sí la canción ‘Bella Ciao’.

Esto es algo que me indigna mucho, cuando la gente te dice que no hay que politizar este himno legendario de los Partisanos. Esa es la piedra angular del gobierno ultraderechista de Meloni, que intenta despolitizar todo, pretendiendo borrar de la historia el movimiento antifascista italiano, al igual que el trasfondo de la mítica ‘Bella Ciao’. Hace no mucho lo intentó contando mentiras sobre la matanza que realizaron los nazis en las Fosas Ardeatinas, algo terrible que no se puede consentir.

Radio, periódico, dirección, libros, TV, RRSS… ¿Cómo se gestiona para llegar a todo?

Creo que la razón principal para poder organizar el tiempo como lo hago es que no tengo hijos. Curiosamente, siempre me ha gustado mirar al mundo desde los ojos de un niño: curioso, despierto y juguetón, y tengo la suerte de que esta profesión me permita hacerlo. Hasta la adolescencia tuve una infancia muy feliz, luego en casa sufrimos embargos, el paro, hubo discusiones… Me tocó ponerme a trabajar cuando mis compañeros de instituto podían permitirse disfrutar de su tiempo libre. Me costó mucho ganarme la vida, pero con el tiempo me sirvió para madurar y valorar el trabajo duro, marcándome a fuego una conciencia de clase muy fuerte.

Desde entonces, cada vez que me falta energía, echo la vista atrás y pienso que soy un afortunado, y así es cómo saco la fuerza de donde sea para continuar y llegar hasta donde haga falta. También creo que estoy presente en muchos medios, y hago muchas colaboraciones, porque en el fondo tengo miedo de quedarme sin trabajo.

¿Para en algún momento?

Lo intento, pero no lo suelo conseguir. Porque cuando me voy de vacaciones e intento desconectar, por el camino siempre encuentro relatos maravillosos que acabo compartiendo. No sé parar. He llegado a trabajar 30 días seguidos. Suelo viajar con mi mujer y recuerdo que la última vez que intenté alejarme de todo, durante un viaje a Cuba, nos quedamos tres noches en un resort, intentando no hacer nada, y fueron los peores días de mi vida.

Kings League, Superliga, Mundial de Qatar… ¿Cómo ve el fútbol que viene?

Como historiador frustrado me gusta el pasado, como periodista hablo del presente, por eso el futuro me da pereza. Lo de Qatar no me sorprende, la verdad; la Kings League habrá que ver hacia dónde evoluciona, si reproduce los errores del fútbol, si hace una sección femenina… No tiene porqué rivalizar con el deporte actual, pero necesitaría tiempo para ver qué tendencia va tomando, yo lo veo como un divertimento, pero no podría apostar por un devenir u otro.

Lo que sí que me inquieta es la tendencia del mundo del fútbol, que va ligado a la evolución de la sociedad, a que los ricos sean cada vez más ricos y se vaya abriendo una brecha insalvable entre clases. Eventos como la Superliga me parece que son un claro reflejo de esto. También es muy significativo, de hecho, que los impulsores sean gente como Florentino Pérez y Gianni Agnelli.

¿Tiene en mente algún proyecto a futuro?

Sobrevivir. A veces tengo tentaciones de pensar en escribir un libro diferente, que no tenga que ver con el fútbol. En algún momento me gustaría escribir una novela reflexionando sobre un concepto que me obsesiona mucho, que es la familia, basado en experiencias propias. Ya se verá.