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BLANQUITA

La cara oculta y más temible del poder


Een 2003, Chile se vio convulsionada tras salir a la luz pública los delitos que provocaron la detención del empresario Claudio Spiniak. El llamado “Caso Spiniak” comenzó a adquirir relevancia cuando la diputada Pía Guzmán acusó públicamente y a través de una rueda de prensa, celebrada en octubre de 2003, a tres parlamentarios de estar involucrados en una red de pedofilia encabezada por Spiniak. El empresario fue condenado a 5 años de cárcel. Sobre esta base, Fernando Guzzoni ha desarrollado su tercer largometraje.

DUDAS Y CERTEZAS

Cabe recordar que el director chileno participó en diferentes ediciones de Zinemaldia con sus dos anteriores filmes (“Carne de perro”, 2012, y “Jesús”, 2016). En esta oportunidad, Guzzoni ha adoptado la perspectiva de una adolescente de 18 años que además de cuidar de su hijo, debe afrontar el peso de un hogar sacudido por graves problemas económicos.

Condenada a sobrevivir, fue víctima de una red de pedofilia integrada por influyentes empresarios y políticos cuando ella cumplió los 10 años. Convertida en testigo clave de la acusación, la protagonista sufre las consabidas presiones del poder, incluída la Iglesia, y dentro de un engranaje dramático que deja abierta ciertas dudas en torno a las acusaciones vertidas por la víctima.

Guzzoni tenía entre sus manos un proyecto muy complejo, sobre todo en lo relativo a una situación tan extrema como el que padecieron las víctimas de la mencionada red de pedofilia y en su intento por elaborar un discurso extremo y a la vez abierto a ciertas lecturas relacionadas con las falsas apariencias, no consigue el equilibrio que requería semejante reto.