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SICA

La furia del mar y sus fantasmas


Una nueva muestra del buen estado de forma por el que atraviesa la cinemaotgrafía gallega.

En esta oportunidad le ha tocado el turno a la debutante Carla Subirana que, curtida en el formato documental, ha plasmado en la pantalla una obra fascinante en el que sus personajes, y utilizando un símil de John Ford, parecen surgidos de las mismas entrañas de la tierra, aunque en este caso concreto cabría decir que parecen emerger de las profundidades de un mar constantemente enrabietado.

PERSONAJES Y ESCENARIO

Subirana ha sabido captar con precisión la propia fuerza telúrica de una escenografía natural que asume un rol protagonista dentro de una historia que se aleja de la fábula -no hay espacio para la moraleja- y que se acerca a los parámetros de un cuento en el que tienen cabida el progresivo epílogo de un modelo laboral y vital lindante al mar y las alteraciones derivadas del cambio climático. Todo ello se entrecruza en la pequeña comunidad pesquera que habita la joven protagonista, la cual vive obsesionada con la idea de que el mar le devuelva lo que le robó, el cuerpo de su padre tras un naufragio en la Costa da Morte.

En su peregrinar constante por los acantilados, topa con otro chaval que aguarda, con igual impaciencia, la inminente irrupción de Ofelia, la madre de todas las tormentas. Mediante una cámara que capta con precisión la fisonomía del entorno y sus habitantes, subrayado por las oportunas tonalidades de la fotografía de Mauro Herce, “Sica” invita al espectador a ser partícipe de un viaje de reminiscencias iniciáticas y a través de un mar feroz del que asoman las voces de sus fantasmas.