Raimundo FITERO
DE REOJO

Misterios sin resolver

Uno de los síntomas de la evidente falta de puesta al día de la ley electoral es que hoy, por obligación, se debe reflexionar. ¿Quién, cuándo y por qué decidió que el día anterior a la ceremonia mítica de introducir la papeleta en la urna, la ciudadanía debe dedicarse a pasear, leer a Kant o escuchar a Mozart? ¿Puede alguna persona con intención de voto llegar a diferentes conclusiones hoy o mañana, que la que tiene acumulada durante los días, semanas, meses o años anteriores? Son muchos los misterios sin resolver que nos conducen hacia la irreflexión, la emoción y la desazón.

Hay un elevado porcentaje de personas con derecho a voto que mañana encontrarán el momento de satisfacer su deseo de cambio o de continuidad, que se honrarán cumpliendo con un deber ciudadano que no es obligatorio, que irán a misa, a pasear, a tomar vermú, al monte o la playa y antes o después introducirán en un sobre una lista para que en los próximos años exista una posibilidad desde la gestión política para que la alegría y la esperanza se empodere de la convivencia. Un número indeterminado de personas tomará la decisión contraria, no ir a votar. Unos desde la militancia, otros desde el desdén o desde la desafección.

Y pasado mañana será lunes de resaca. Y seguirán estos y muchos otros misterios sin resolver, porque cada individuo ejerce su derecho apoyando a una opción política y las sumas para configurar mayorías se realizan a partir de esos deseos, intuiciones o efectos de la propaganda que acaban en una papeleta concreta. ¿Qué espera realmente cada uno de su voto?