Mikel INSAUSTI
SECADEROS

El bosque infantil y la jaula adolescente

En las ruedas de prensa, las nuevas realizadoras se enfrentan a la pregunta más repetida, sobre por qué la mayoría de ellas hacen películas autobiográficas con los recuerdos de su infancia vacacional en el pueblo familiar. Y a raíz de la presentación de su ópera prima “Secaderos” (2022) en la sección New Directors del SSIFF donostiarra, la granadina Rocío Mesa aportó una reflexión muy interesante al respecto, que también vale para cuando comparan su película con la de Carla Simón, y ya se sabe lo influyente que está resultando “Alcarràs” (2022). Todas son contemporáneas y tienen las mismas o parecidas inquietudes, si bien la interpretación acerca del cine que practican ha sido la de que añoran el medio rural de su niñez frente a la realidad urbanita en la que viven a partir de alcanzar la mayoría de edad. Sin embargo, Rocío Mesa tal vez haya dado en la clave, al revelar que la barrera que marca la diferencia temporal y social entre el presente y el pasado es Internet. Las vivencias iniciáticas corresponderían a una era pre-Internet y las de la madurez desencantada a otra post-Internet.

La mirada de Rocío Mesa es personal y distinta al resto, desde el momento en que no habla de una única experiencia retrospectiva, separando la niñez de la adolescencia. En lugar de reunirlas en un único personaje, las representa a través de dos menores que están viviendo a la vez las respectivas etapas. Vera es una niña de Madrid que pasa las vacaciones de verano con los parientes y halla un universo mágico en el bosque, mientras que la joven Nieves es una nativa agricultora que se siente atrapada en una jaula como los pajarillos de su abuelo.

La debutante, que es de Las Gabias y conoce bien la Vega de Granada, ambienta la historia en las plantaciones de tabaco en vías de extinción, imaginando una criatura hecha de dichas plantas que solo ven los ojos inocentes, como en “Donde viven los monstruos” (2009).