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PADRE Y SOLDADO

Carne de cañón africana


Si consideramos la película en cuanto drama de relaciones paternofiliales, no se le puede poner niguna pega, pero como fresco histórico sobre los ejércitos coloniales en la Primera Guerra Mundial presenta más puntos débiles. Empezando por la parte positiva, es evidente que Omar Sy, a quien Mathieu Vadepied conoce de cuando era director de fotografia a las órdenes de Eric Toledano y Olivier Nakache en “Intocable” (2011), se ajusta perfectamente al rol paterno de acuerdo con su origen senegalés. Interpreta a un indígena que solamente habla la lengua “fula” y que en su intento de proteger a su hijo, reclutado a la fuerza, pasa a depender del joven que sí domina el francés aprendido en la escuela de los blancos. Al cambiarse las tornas, el hombre se siente doblemente desplazado, al luchar en las trincheras por una patria que no es la suya frente al afrancesamiento de su descendiente, que es ascendido a cabo y cree en las promesas de nacionalización y de prosperar en la carrera militar, llegando a estar dispuesto a dar la vida por su nueva bandera tricolor.

Salta a la vista que a “Tirailleurs” (2022) le falta presupuesto para ser una gran producción bélica, por lo que Vadepied y su director de fotografía, el venezolano Luis Armando Arteaga, optan por la iluminación escasa y los planos cortos o cerrados, evitando las panorámicas luminosas. La ambientación del humo y del barro en el que se hunden los combatientes pretenden compensar la falta de imagen real del campo de batalla. Por lo tanto, es difícil así ofrecer una dimensión total de la magnitud de la tragedia, con 200.000 africanos movilizados, de los que cayeron 30.000 en el frente.

A pesar de la constatación de que se les utilizaba como avanzadilla y carne de cañón, más allá del obligado ejercicio de memoria histórica, la restitución de sus derechos ultrajados adquiere una cierta ambigüedad por culpa del patriotismo que conlleva dicho homenaje.