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DE REOJO

Adiós al fundador


La muerte de Silvio Berlusconi nos obliga. Han sido muchos años viviendo bajo su influencia directa e indirecta. Su trayectoria política es ejemplar, supo encontrar el hueco donde cabían sus múltiples negocios, su visión hedonista de la vida y sus fuertes alianzas ideológicas que fundaron una forma de gobernar, apelando siempre a las emociones para lograr mayorías, convertirse en alguien que explica lo que es hoy Europa y que hizo de Italia una fuerza extraña a base de posibilismo, pragmatismo y contradicciones.

Quizás sea el fundador de una estrategia exitosa, tener a su servicio primero todas las cadenas de televisión para fundamentar una idea embolsada en papeles de colores, menajes machistas, canciones ramplonas e informativos que mantengan de manera férrea una idea de la política extraviada, por lo que su figura se convertía en una ungüento para paliar todos los dolores profundos o cutáneos en una sociedad harta de los vaivenes institucionales donde la figura fantasmal de la mafia en todas sus formas y versiones colapsaba cualquier posibilidad de una salida que no fuera populista.

Su figura universal fruto de sus extravagancias, su tendencia al espectáculo, su vida privada ha servido para fundar un tipo de gobernante que supo hacer negocios, dirigir equipos de fútbol, presidir gobiernos y convertirse en un simpático delincuente global. Si sigo añadiendo sensaciones acumuladas me sale Trump. Hoy despedimos a alguien que nos atormenta desde esa Mediaset de su propiedad. Sus sucesores tienen una faena hercúlea para mantener la hegemonía e influencia.