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DE REOJO

Política sumergible


Parece que medio mundo está gastando tiempo y millones de dólares para saber el paradero de cinco individuos que voluntariamente su sumergieron en un aparato que no tienen ninguna licencia ni homologación en los mares nórdicos con la intención de ver los restos del Titanic de cerca. El coste de cada pasaje de esta aventura claustrofóbica es escandaloso. Millonarios en apuros. Probablemente cuando lean esto se sabrá algo más, pero de momento sorprende que hace unos pocos días se dejara naufragar en aguas mediterráneas a setecientas personas migrantes, con descaro y alevosía. Si se hubiera empleado un poco de atención a ese crimen de lesa humanidad y se aportasen más recursos técnicos y económicos, seguramente se salvarían más vidas en los mares que cruzan seres humanos desesperados buscando mejorar sus condiciones de vida.

Nos advierten los especialistas de que no es un submarino, sino un sumergible. Por lo que algunas de las acciones que vemos en estas tormentas preelectorales son fruto de una política sumergible, es decir, de menor rango, porque está claro que si cada vez que uno pone un noticiario aparece Borja Mari traduciendo a su sumergible líder, la cosa es una chirigota en asuntos importantes. Lo de Extremadura es postureo. Estrategia sobrevenida.

Dudas más que razonables; el Barça ganó la liga de baloncesto en Madrid, al llegar a la cancha, aficionados merengues lanzaron improperios racistas contra sus jugadores. ¿Nadie se dio cuenta? Un supuesto abusador sexual, jugador de fútbol, es entrevistado en prisión para defenderse. ¿Esto es legal?