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AZKEN PUNTUA

Trago


Francia tiene un presidente cojonudo. Se volvió a demostrar en las postrimerías de la final de rugby, cuando bajó a los vestuarios para felicitar a los jugadores del Toulouse, animado por los gritos de aprobación y sabedor de que le estaban filmando, aceptó una cerveza, vaciando el botellín de un trago ante el aplauso general y la alegría de su responsable de comunicación que esa noche seguro que acabó brindando con champán sabedor de que ese golpe de populismo le rescata de las catacumbas de las encuestas a donde llegó empujado por su intragable reforma de las pensiones. Y ya no es que la campaña publicitaria que le han diseñado haga que aparezca en todos los medios, sino que se ha abierto incluso un debate en el que ya hay quien plantea abiertamente la reforma constitucional para que pueda ser candidato a su sucesión para una tercera legislatura porque, como afirma la exministra de Cultura Rocheline Bachelot, «todo el mundo quiere que Emmanuel Macron pueda volver a presentarse». A quién le interesa blanquear a Macron es una pregunta de respuesta fácil: a la misma banca que le aupó. Mañana dejará el Elíseo para pasearse por Marsella esperando a que alguien le convide a una ronda de pastís, sabedor de que con 5.000 millones de euros de inversión en el bolsillo, no es de esperar ningún mal trago.