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En tetas


La cantante Rocío Saiz tuvo un serio altercado con la policía en Murcia, porque un agente se empeñó en impedirle cantar enseñando los pechos, senos o tetas. Supongo que por sus cojones cortó la actuación, le ofreció una bandera para que se tapara, la expedientó y multó. En acto de servicio y amparándose en un oscuro artículo de la reaccionaria ley mordaza de este gobierno que sale, no se atrevió a cambiar.

Estos actos policiales no son espontáneos, anidan en la cantidad de odio que se acumulan en los cuarteles, cuartelillos y comisarías. En esta ocasión era dentro de la fiesta para celebrar el Día del Orgullo, es decir, algo tenían que hacer los machirulos uniformados para reventar el acto autorizado.

No se puede tomar esta obvia maniobra ilegal del agente como una anécdota, porque existen antecedentes variados de actuaciones de esta virulencia que han sido apoyadas después por decisiones cafres de los jueces, y puede ser una alerta para que estemos atentas con lo que puede pasar en los escenarios a partir de hora. La censura violenta, directa, sin más legalidad que el impulso de un agente del orden de extrema derecha, que son mayoría en muchos cuerpos policiales.

Que no cunda el pánico en las creadoras y creadores y se instaure de manera inconsciente esa nociva versión del miedo que se llama autocensura y retrocedamos en la expresión de la libertad de los cuerpos en acción como manifestación del arte vivo.