Anjel ORDOÑEZ
Periodista
JOPUNTUA

Morir en Rusia

El suicidio es una de las principales causas de la muerte para el ser humano. Se calcula que, cada año, alrededor de 700.000 personas se quitan la vida en el mundo. Es un problema serio, que ofrece muchas y muy complicadas aristas, y que requiere de la mayor atención por parte de las instituciones públicas. De forma directa, con programas específicos, pero también indirecta. Por ejemplo: el incremento de los índices de desempleo provoca, de forma automática, el aumento de la tasa de suicidios, excepto en los países con sólidos sistemas de protección social. Vaya por delante: no es mi intención, ni nunca lo será, trivializar el impacto de este grave problema.

Dicho esto. El pasado 17 de junio, el físico nuclear ruso Grigory Klinishov fue encontrado muerto en su apartamento de Moscú. Aparentemente, se había suicidado. Apenas una semana antes, el juez federal ruso Arteem Bartenev moría tras caer por una ventana situada en el duodécimo piso de un edificio en Kazán. El 20 de mayo, Pyotr Kucherenko, viceministro de Ciencia de Moscú de 46 años, que había criticado en privado a Putin, enfermaba y moría de forma repentina en un avión que se dirigía a Moscú. En febrero, Marina Yankina, jefa del departamento financiero del Ministerio de Defensa ruso, perdía la vida al caerse desde una ventana en San Petersburgo. Ese mismo mes, el general de división ruso Vladimir Makarov era hallado muerto en extrañas circunstancias a las afueras de Moscú. La lista es larga: Anatoly Gerashchenko, Pavel Antov, Ivan Pechorin, Pyotr Kucherenko... Estos son los hechos. La interpretación se la dejo a ustedes.

La semana pasada, el exministro Alberto Belloch presentaba sus memorias. De entre un mar lleno de perlas, rescato una: «Los GAL no eran más que una banda de incompetentes desarrapados que podían tener el apoyo de algunos servicios del Gobierno, pero cuyas propias formas de actuación demuestran que no era terrorismo institucional. En tal caso, se hubiera hecho mejor». ¿Como en Rusia, señor Belloch? Hay que tener mucho cuajo y muy poca vergüenza.