Con pasado y sin pudor

Dijo el filósofo y poeta que solamente había dos días inútiles en nuestra vida: ayer y mañana. Por eso el pasado a veces marca para mal y en otras catapulta hacia un éxito pasivo, rutinario. La experiencia que dicen que es la madre de la ciencia, aunque el relato histórico parece indicar que se trata de algo más relacionado con la paciencia y hasta con la capacidad de romper las rutinas sin olvidarnos de esa parte sustancial de todo pensamiento y desarrollo científico que se llama azar.

Todos tenemos un pasado, siempre relativo, que nos indica de donde venimos, por donde anduvimos y hasta puede que podamos demostrar lo que pretendimos hacer y lo hicimos, porque ya hemos olvidado lo que pretendimos hacer y nunca lo hicimos. Por eso, en medio de las chinchetas mágicas que pinchan algunos de los aneurismas protocolarios de mi asentamiento vegetativo, me voy a agarrar dos titulares para establecer una línea de compromiso con la obviedad sublimada. Dice este diario que los cinco tenientes generales de la Guardia Civil tienen un pasado en Euskal Herria. Claro. Esta era tierra de promoción, de sobresueldos, de misiones secretas. Y eso hace subir en el escalafón. La oscura obscenidad de la represión.

El otro titular me deja de alguna manera esperanzado, ya que los procrastinadores y eternas promesas de la literatura de bidet, podremos cumplir nuestras expectativas gracias a la IA, ya que asegura un supuesto experto que cada vez más leeremos libros nuevos de escritores difuntos. Ahora pasa también. Pero es otro tema.