Pello GUERRA
IRUÑEA

Las intensas emociones del encierro, transformadas en simples números

En estos tiempos en los que la informática convierte todo en números, un acto que desencadena emociones tan intensas como el encierro sanferminero también se puede traducir en datos. Estos son los guarismos de una carrera muy particular.

Tres toros en formación por la calle Estafeta. Abajo, el vallado del encierro está integrado por 900 postes. A la derecha, espectadores en la plaza y traslado de un herido.
Tres toros en formación por la calle Estafeta. Abajo, el vallado del encierro está integrado por 900 postes. A la derecha, espectadores en la plaza y traslado de un herido. (Jaizki FONTANEDA, Iñaki VERGARA, Iñigo URIZ e Idoia ZABALETA | FOKU)

En datos puros y duros pueden llegar a convertirse el encierro sanferminero y sus intensas emociones, desde que arrancan los preparativos hasta que se desmonta parte del vallado, se termina de atender a los heridos de la carrera, los astados descansan en corrales y corredores y público se diseminan por la ciudad tras el momento más esperado de cada jornada festiva.

Los preparativos para que se desarrolle el encierro arrancan a las 4.30 horas, cuando 60 personas de la brigada de limpieza empiezan a recoger la basura que se ha generado durante la noche con el objetivo de dejar en condiciones el recorrido por el que transitarán corredores y astados.

Más adelante, les toca el turno a los 70 operarios de la carpintería Hermanos Aldaz que se encargan de ensamblar las partes del vallado del encierro, que son montadas y desmontadas cada día para que se celebre la carrera. El conjunto del vallado está integrado por 900 postes, 2.700 tablones y 2.500 cuñas, una estructura en la que se abren unas 70 puertas.

De la seguridad se encargan unos 150 agentes de la Policía Municipal de Iruñea y de Policía Foral, que despejan el recorrido de gente bebida, forman una barrera en la cuesta de Santo Domingo y otra al comienzo de la calle Mercaderes para controlar a los corredores, y supervisan que se cumpla la normativa del encierro.

TRES CÁNTICOS

Según se aproxima el momento de comenzar el evento, se van sucediendo los tres cánticos de los mozos ante la hornacina de San Fermín en la cuesta de Santo Domingo. Con el último de ellos, llegan las 8.00 horas y el lanzamiento del primero de los cuatro cohetes con los que se va informando de la situación de los toros en el recorrido. Unos astados cuyo peso se sitúa entre los 500 y los 600 kilos, aunque más habitualmente se aproximan a esta última cifra, ya que en la ciudad se valora el toro más bien grande.

Una vez iniciado el encierro, a los participantes les aguardan 848,6 metros de distancia entre los corralillos y la plaza de toros, por la que corren los seis toros de turno, 48 a lo largo de las fiestas, y entre 1.500 y 2.000 corredores.

El volumen de estos últimos ha ido descendiendo en los últimos años, pasando de los 17.126 de 2017, a los 14.110 de 2018 y los 13.800 de 2019. Tras la pandemia, esa bajada ha continuado, ya que en 2022, el número fue de 13.100, según datos ofrecidos por el Ayuntamiento de Iruñea. Un 11% son mujeres, en una tendencia ascendente en los últimos años de las fiestas.

Sobre la procedencia de esos corredores, las cifras del Consistorio señalan que, en el caso del año pasado, el 24% procedía de Iruñea, con un 6% del resto de Nafarroa. De otros puntos del Estado era el 38% de los mozos y de Estados Unidos procedía un nada desdeñable 16%.

El encierro tiene una duración de entre dos y tres minutos, con una media de 3 minutos y 55 segundos. La velocidad media de los astados se sitúa en los 25 kilómetros/hora, con una punta de 40 km/h. Ante sus astas se plantan corredores que tienen una media de 28 años y que llegan a cubrir unos 100 metros delante de los morlacos. Les acompañan los entre ocho y diez pastores que van conduciendo a los bravos por tramos.

SOCORRO CADA 50 METROS

Los que no tienen suerte y terminan heridos en el encierro, sea empitonados o por traumatismos, son atendidos por algunas de las 165 personas de los servicios sanitarios que se encargan de ayudarles. El recorrido cuenta con un punto de socorro aproximadamente cada 50 metros y a lo largo del mismo están ubicadas un total de 16 ambulancias medicalizadas.

Estos servicios asistenciales atendieron, entre los años 1980 y 2019, a 1.324 heridos por traumatismos y 293 por asta, según datos de la UPNA y sanfemin.com. Pero no siempre se consigue salvar la vida del corredor herido, de tal manera que desde 1900 un total de 16 personas han muerto en el encierro.

Mientras la carrera se desarrolla, numerosas personas se congregan ante el televisor para ver en vivo y en directo el progreso del encierro del día, de modo que el año pasado, fueron seguidos por una media de más de 1,4 millones de espectadores. Hace doce meses, para cubrir informativamente el encierro se acreditaron un total de 364 profesionales de 102 medios de comunicación.

Aunque algunas personas prefieren verlo sobre el terreno, especialmente en un lugar como la plaza de toros, donde en las mañanas festivas del año pasado se llegaron a congregar en total 140.000 personas para presenciar el encierro, lo que supone una media de 18.000 cada día. El precio de la entrada oscila entre los 6 euros en los encierros entre semana, que bajan a 3 para los menores de 12 años, y los 11 euros el fin de semana, con un precio de 10 euros el día 7.

También está la fórmula de ver el encierro desde un balcón, aunque resulta una opción bastante más cara, ya que el precio por persona para presenciarlo en una vivienda de las calles Estafeta o de Mercaderes puede llegar a alcanzar los 180 euros.

Estas son las cifras diarias que arroja el encierro, pero la carrera cuenta con sus propias marcas particulares. Así, el 7 de julio de 1975 se produjo el encierro más rápido registrado hasta el momento, con un tiempo de un minuto y 50 segundos, y que estuvo protagonizado por los morlacos de Benítez Cubero.

En el otro extremo de la balanza se sitúa la carrera más larga, ya que se prolongó nada menos que durante treinta minutos. Ocurrió hace 65 años, el 12 de julio de 1958, y estuvo protagonizado por un toro de Miura que al llegar a la plaza, se negaba a entrar en los corrales. Un pastor sacó al ruedo un perro que, a base de incordiarle mordiéndole en el rabo y las patas, consiguió que llegara a su destino. Un grupo de mozos cogió al perro y le dio la vuelta al ruedo en señal de reconocimiento.