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KOLABORAZIOA

Veinticinco años


Se cumplen ahora veinticinco años de aquella noche maldita en la que los malditos rompieron máquinas, proyecto y vidas en “Egin”. Y también un cuarto de siglo de aquella luminosa mañana en la que un puñado de jóvenes periodistas, alentados por la intrepidez, la rabia por la razia que se había llevado por delante a directivos y compañeros y, sobre todo, por el empuje de una parte importante del pueblo vasco, decidieron tirar adelante con los faroles y enfrentar -y afrentar- a todo un Estado de naturaleza y afección fascista.

Se ha contado muchas veces cómo discurrieron aquellas horas que muchas y muchos vivimos como una secuencia de escenas vertiginosas. No merece, pues, la pena repetirlo. Aquello pasó y, como hace 25 años, toca mirar al futuro. Sin despegar los pies del presente y sin olvidar el pasado, aunque sin anclarnos en él.

Un delincuente lacayo de un criminal de guerra quiso colgarse una medalla de hojalata sin contar con la fortaleza de unas gentes que sabían cómo se defendió Amaiur, conocían el esfuerzo de los Intxortas y la heroicidad postrera de Artxanda.

Hoy vaga como alma en pena, como perro apaleado por mal amo.

Y su maltratador, con cientos de miles de muertos a la espalda, no pierde ocasión de exhibir su patética decrepitud política.

Ambos -y todos sus edecanes- son conscientes del sabor amargo de la derrota. Porque golpearon primero y duro pero han besado la lona del ring y cada vez falta menos para que el árbitro cante el descuento y levante el puño de quien les ha vencido.

Hicieron daño porque son el Mal. Pero, en la ignorancia de la prepotencia, no calcularon la capacidad de resistencia y reacción de un pueblo, el vasco, tantas veces apaleado pero nunca domesticado.

En el camino hemos dejado la piel a tiras. Y tantos compañeros del alma, porque el tiempo no pasa en balde y el sufrimiento se cobra una factura impagable. Pero hoy también es un día luminoso. Con una nueva generación que boga en la misma dirección que los remeros de hace veinticinco años. Y con energía renovada. Savia nueva que hará brillar en la placa de nuestra memoria a Galdeano, Josu, Salu, Isidro, Manu, José Ramón, Juan Carlos... Reza así en el castillo de Amaiur: “Betiko argia”.