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EDITORIALA

Un sistema financiero que multiplica la pobreza


El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) estima que 165 millones de personas más han pasado a vivir en la pobrezan entre 2020 y 2023, y la práctica totalidad de ellas se concentra en países de ingresos medios y bajos. La principal causa de este espectacular aumento de la miseria ha sido el crecimiento de la deuda en todo el mundo. En la actualidad alrededor de 3.300 millones de personas -más de una tercera parte de la humanidad- viven en países que gastan más en el pago de intereses que en educación o en salud. Unas cifras que muestran la enorme dimensión que ha alcanzado la injusticia en el mundo actual.

La ONU considera que este crecimiento del endeudamiento tiene dos fuentes principales. Por un lado, el esfuerzo realizado por los estados para paliar las necesidades provocadas por las sucesivas crisis padecidas durante estos últimos años, entre las que destacan la pandemia, el alza del coste de la vida y el cambio climático. El segundo factor es mucho más estructural y tiene que ver con la injusta arquitectura financiera internacional que hace que el acceso al crédito sea para muchos países, además de difícil, muy caro. Como ocurre con las familias hipotecadas, cuando el contexto económico cambia y los tipos suben, los países muy endeudados deben dedicar al pago de intereses la parte del león de sus recursos, lo que provoca una reducción drástica del gasto social y el consiguiente aumento de las tasas de pobreza a causa de la desaparición de los programas sociales y asistenciales.

En este contexto, Naciones Unidas interpela directamente a los países del G20 que se reúnen la próxima semana para que establezcan una moratoria que detenga esta espiral y aborde una reestructuración del sistema financiero internacional que contemple, al menos, un aumento de la financiación asequible a largo plazo para los países en desarrollo y un sistema de financiación para situaciones de contingencia. Demandas justas y razonables para terminar con un sistema financiero construido sobre los privilegios asentados durante el poder colonial. Lamentablemente, ni la justicia ni la razón suelen ser argumentos suficientes para derogar privilegios.