Raimundo FITERO
DE REOJO

Uno de los nuestros

Francisco Ibáñez ha muerto con ochenta y siete años y la respuesta general se puede calificar como unánime, ya que alguien que llevaba tantos años siendo nuestro cómplice perfecto a través de sus dibujos, historietas, tebeos, personajes que al repasarlos se puede asegurar que retrató nuestro tiempo de una manera espléndida, con un punto de vista de clase, logrando que la identificación con los prototipos que dibujaba sirviera de reencuentro con los anhelos y las necesidades convertidas en un compendio de despropósitos, fracasos, esperanzas trucadas.

Alguien que ha aportado a la cultura popular personajes como Mortadelo y Filemón, Pepe Gotera y Otilio, Rompetechos, El botones Sacarino, o mostrar lo que es la convivencia vecinal en 13, Rue del Percebe, debería acumular premios institucionales de máximo rango en los apartados de comunicación, cultura o sociales debido a la perseverancia de un magnífico obrero de la Cultura, que en todas y cada una de sus viñetas mostró una mirada al mundo que nos rodea que se puede calificar como solidaria con las clases populares, con todos aquellos que deben soportar los desmanes de los poderes fácticos o institucionales. El poso ideológico que se detecta en sus historias humorísticas debe identificarse como anarquista, libertario, en el sentido más genuino del concepto.

Hoy despedimos a ese señor con pinta de tendero menestral, tímido, que hablaba a la velocidad del rayo y que tanto nos acompañó y nos hizo reír pensando, que fue siempre, sin duda, uno de los nuestros, tutor, maestro, amigo, guía, filósofo y referente.