18 JUL. 2023 KOLABORAZIOA Un riesgo cada vez más presente Alfonso RÍOS VELADA Responsable de salud laboral y medio ambiente de CCOO de Euskadi A finales del pasado mes de junio se confirmó la primera víctima mortal oficial generada por exposición a altas temperaturas este verano en medio de una ola de calor. Un hombre de 47 años fallecía mientras araba un terreno en Aznalcóllar, en la provincia de Sevilla, por lo que su muerte se relaciona directamente con las tareas del campo. La Agencia Estatal de Meteorología, la misma que la ultraderecha ha propuesto prohibir en ese documento que se han atrevido a llamar programa electoral, había activado para ese día un aviso rojo por temperaturas de hasta 44 grados. No estamos para nada ante una novedad. En julio del pasado 2022, un trabajador de la limpieza viaria de 60 años falleció en Madrid debido a un golpe de calor mientras trabajaba. Pertenecía a la empresa Urbaser, subcontratada por el Ayuntamiento de Madrid para la limpieza de las calles de la ciudad, su turno de trabajo empezó ese día a las dos de la tarde y tendría que haber finalizado a las diez de la noche. Comprendía pues las horas de más calor del día. ¿Era realmente necesario realizar ese trabajo en plena ola de calor a esas horas? ¿No podía haberse organizado el trabajo de otra manera? No solo podía, sino que debía haberse hecho. Si bien el pasado año solo este caso acabó en fallecimiento, hubo otros episodios de golpes de calor durante aquella subida de temperatura que, afortunadamente, no acabaron de la forma más dramática. Estos hechos nos obligan a pensar sobre cómo está cambiando la exposición al calor en el trabajo. En Euskadi también ha ocurrido. En junio de 2017, en la obra de construcción de un colector de aguas entre las localidades de Sukarrieta y Mundaka, en Bizkaia, un trabajador falleció de un golpe de calor. Según datos del Ministerio de Trabajo, aquel año se perdieron 2.260 jornadas de trabajo debido a accidentes como consecuencia del calor, mientras que en 2014 fueron 830. Sirva todo esto para darnos cuenta de que no estamos ante un fenómeno nuevo ni susceptible de ocurrir solo en otras latitudes que creamos más asociadas a las altas temperaturas. Y que además va en aumento. No siendo un fenómeno nuevo, la exposición a altas temperaturas, especialmente en trabajos al aire libre, va a ser algo cada vez más recurrente a partir de ahora. Las olas de calor, que son uno de los efectos más visibles y rotundos del cambio climático, son ya un verdadero peligro para las personas que trabajan en la construcción, la limpieza viaria, la jardinería, agentes de movilidad urbana o guías turísticos, entre otros. Sufrirán golpes de calor, deshidratación o patologías respiratorias por exposición a altas temperaturas, pero también cánceres de piel y otras patologías dérmicas por la mayor exposición a radiación ultravioleta. La aprobación en mayo del Real Decreto-ley 4/2023 es un instrumento fundamental para la prevención. Entre las medidas se cita la prohibición de desarrollar algunas tareas en condiciones especialmente adversas y cuando no sea posible proteger de otra manera la salud de las personas trabajadoras. Hay también alusiones expresas a la obligación de adaptar condiciones de trabajo y a la reducción o modificación de la jornada. Las empresas ya venían obligadas a implantar medidas, cosa que tiene que hacerse mediante protocolos de actuación en los que se cuente con la participación de las delegadas y delegados de prevención. Y es bueno que se empiece a favorecer esa participación y que se elaboren los protocolos antes de que lleguen las olas de calor. Una vez que lleguen va a ser necesario conocer las medidas para su inmediata implantación. Entre estas debería haber suficientes pausas para la hidratación, identificación de tareas aplazables para épocas con menor temperatura, planificación de la jornada minimizando tiempos de exposición, realización de los trabajos más pesados a primera hora de la mañana e identificación de tareas que puedan ser inaplazables por su urgencia a la vez que peligrosas para que no se trabaje en solitario. Cabe recordar que ha habido responsables institucionales vinculados a la derecha política, esa opción ideológica cuyo objetivo es invisibilizar el debate sobre el cambio climático, frivolizando sobre la exposición a altas temperaturas en el trabajo y ridiculizando la implantación de medidas para su mitigación. Ya que hay personas tan dadas a la reflexión, deberían estar igualmente preguntándose si su actitud contribuye a la defensa de la vida de quien está en su puesto de trabajo. Las olas de calor son ya un verdadero peligro para las personas que trabajan en la construcción, la limpieza viaria, la jardinería, agentes de movilidad urbana o guías turísticos, entre otros