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ESPERANDO A DALÍ

Un menú afable y sin pretensiones


En 2009, David Pujol se introdujo en la cocina de uno de los grandes santuarios gastronómicos con el documental “ElBulli, historia de un sueño”, y en 2018 abordó la polémica y compleja figura del artista Salvador Dalí, en “Salvador Dalí, en busca de la inmortalidad”. Ahora, en este su primer largometraje, el director catalán ha hecho confluir ambos proyectos dentro de los territorios de la ficción.

Escenificada en la Cadaqués del 74, “Esperando a Dalí” relata la peripecia vital que comparten un joven cocinero y su hermano, cuyo ideario de izquierdas le obligó a dejar atrás Barcelona, acosado por el fascismo. Ambos se asientan en la Costa Brava, donde la comida del cocinero revoluciona el mundo de la gastronomía.

Al mismo tiempo, Jules, el excéntrico dueño del restaurante donde ambos trabajan, ve la oportunidad de cumplir su sueño: que Salvador Dalí se digne en comer en su restaurante. Gastronomía, surrealismo y fábula se dan cita en este proyecto que, repleto de buenas intenciones y teñido de una luminosidad fascinante, y reforzada por la fotografía de Román Martínez de Bujo.

Más allá de sus carencias, sobre todo las relacionadas con un argumento, no se decanta por un estilo en firme, sino que coquetea con el drama y lo surreal dentro de un contexto social en el que impera el espíritu bohemio. Las interpretaciones de José García, Iván Massagué, Pol López y Paco Tous figuran entre lo más relevante de esta película, que a ratos se asemeja a un encadenado de postales en movimiento y acompañadas por la siempre sugerente y oportuna banda sonora compuesta por el músico Pascal Comelade. Detrás de la cámara, Pujol se descubre como un buen chef que ha sabido condimentar y ensalzar, sobre todo, un menú sin grandes pretensiones pero que lega en el espectador una saludable sonrisa cómplice.