Amaia U. LASAGABASTER
MUNDIAL 2023

Estrellas, incógnitas y ausencias en el Mundial de las novedades

Auckland acoge esta mañana el encuentro entre Nueva Zelanda y Noruega con el que arrancará la novena edición del Mundial femenino, organizado por primera vez en el hemisferio sur y por dos países, Australia y Nueva Zelanda. Estados Unidos buscará su quinto título en una cita con récord de participantes, aficionados... y bajas.

Carli Lloyd, ya retirada, posa en Wellington con el trofeo que conquistó en dos ocasiones.
Carli Lloyd, ya retirada, posa en Wellington con el trofeo que conquistó en dos ocasiones. (M. MELVILLE | AFP)

Con el partido entre Nueva Zelanda y Noruega (9.00) arranca hoy el Mundial de fútbol. Una cita repleta de novedades, desde la cifra récord de participantes, 32, hasta su organización conjunta entre Australia y Nueva Zelanda, que lo sitúa por primera vez en el hemisferio sur; pasando por la consiguiente «anomalía» horaria para Europa y América, que ha complicado la venta de los derechos televisivos, por la mejora en las tecnologías de arbitraje o por los premios económicos que otorgará la FIFA a las futbolistas.

Un gesto del organismo mundial que contrasta con su política censora. Los anfitriones tienen poco que ver con Qatar, pero ya se ha advertido a las jugadoras que algunas reivindicaciones podrán ser sancionadas deportivamente, como la utilización de brazaletes arcoiris, tan habituales en el fútbol femenino. Habrá que ver cómo responden las futbolistas que, como los organizadores locales, pusieron el grito en el cielo cuando se filtró que la FIFA negociaba el patrocinio del torneo con «Visit Saudí», la autoridad de turismo de la dictadura arábiga. La entidad que preside Gianni Infantino tuvo que recular, pero parece tomarse una revancha injustificada en forma de censura.

La reivindicación, principalmente de un trato igualitario con las selecciones masculinas por parte de las federaciones, ha sido una de las grandes protagonistas en este ciclo mundialista, que precisamente comenzaba hace cuatro años con el grito unánime del «Equal pay» en el Groupama Stadium de Lyon, donde Estados Unidos conquistaba su cuarto título, derrotando a Países Bajos. El equipo norteamericano es uno de los pocos que ha conseguido su objetivo sin renuncias, aunque son muchos los que han logrado amplias mejoras aunque a algunos grupos les haya obligado a tensar la cuerda al máximo.

PROTESTA SIN RESPUESTA

Lamentablemente, también hay lugares en los que no ha servido de nada. La rebelión de una quincena de sus mejores internacionales -con el apoyo de Alexia Putellas, que permaneció en un segundo plano en el momento más álgido de la disputa por encontrarse lesionada- en demanda de la mejora de las condiciones de trabajo de una selección que ve cómo una gran generación de futbolistas puede apagarse sin darse una alegría a nivel internacional chocó con el autoritarismo de Luis Rubiales y Jorge Vilda y la habitual guerra de intereses ajena al fútbol femenino que incluyó el descrédito, en el mejor de los casos la incomprensión, de una buena parte de la prensa.

El resultado es que Vilda se ha ido al Mundial con Alexia y con futbolistas como Aitana o Mariona, que se echaron atrás en su protesta, además de Irene Paredes o Jenni Hermoso; pero también sin varias no ya de sus mejores futbolistas, sino de algunas de las mejores jugadoras del mundo en su posición, como Mapi León o, sobre todo, Patri Guijarro. También se han mantenido firmes Nerea Eizagirre y Amaiur Sarriegi, lo que prolonga su «veto».

La representación euskaldun -que en Francia recayó en Mariasun Quiñones, Nahikari García e Irene Paredes- se mantiene así en tres futbolistas, después de que, de forma difícilmente entendible, Elene Lete y Maite Oroz cayeran con los últimos descartes de Vilda: repite Paredes, que afronta su tercer Mundial, y le acompañan las debutantes Oihane Hernández y, con Países Bajos, Damaris Egurrola.

CANDIDATOS Y FAVORITOS

Pese a todo, las rojigualdas han conformado un bonito grupo que, pese a no haber superado nunca una eliminatoria en un gran torneo, les sitúa entre las candidatas a un puesto de honor. También lo son las neerlandesas, con más motivo tras su oro europeo y su plata mundial, pese a que vuelven a cambiar de proyecto tras el fracaso de Mark Parsons en la Eurocopa, que le costó la salida de un banquillo ocupado ahora por Andries Jonker.

En el grupo llamado a clasificarse para cuartos e ilusionarse por las medallas se sitúan también Francia, que dio un volantazo con la llegada de Hervé Renard en sustitución de la polémica Corinne Diacre, una Brasil en pleno relevo generacional pero encabezada todavía por la gran Marta, una Australia que quiere aprovechar su calidad de anfitriona para dar el paso adelante que acaricia hace años y la excampeona Mundial Japón, que llega con una nueva y prometedora generación.

Con ocho debutantes -Filipinas, Irlanda, Zambia, Haití, Vietnam, Portugal, Panamá y Marruecos-, que aspiran a poco más que la sorpresa, y a los que se podría añadir también Costa Rica, otro nutrido grupo de equipos se debate entre la ilusión y la obligación de disputar los octavos, para los que se clasificarán los dos mejores de cada grupo de la primera fase. Es el caso de Colombia, Corea del Sur, Sudáfrica, Argentina, China, Nigeria, Suiza y la anfitriona Nueva Zelanda, que nunca ha ganado un partido en un Mundial. A algo más aspiran Italia, Dinamarca y Noruega.

Por calidad, experiencia y resultados recientes, se sitúan en el peldaño superior cuatro equipos: la campeona olímpica Canadá, la campeona europea Inglaterra y, sobre todo, la tetracampeona Estados Unidos, la renacida Alemania y una Suecia que puede encontrarse ante su gran oportunidad. Las nórdicas lo tienen todo, un proyecto consolidado, jugadoras de grandísima calidad y, sobre todo, una lista de bajas muy inferior a la de casi todos sus rivales, con excepción de Alemania.

Y es que las lesiones, muchas de ellas roturas del cruzado, también protagonizan un Mundial en el que se podría hacer un equipo ganador conformado por ausencias y que, en buena medida por este motivo, se presenta más abierto que nunca. Inglaterra y, sobre todo, Estados Unidos son los equipos más afectados entre los candidatos al título, que se prevé reñido como pocas, o ninguna, veces.

El camino a la final de Sidney, el próximo 20 de agosto, lo seguirán en directo más de 1.400.000 espectadores, con récord de aficionados asegurados, pese a que la venta de entradas no está yendo tan bien en Nueva Zelanda, con menor tradición futbolistica, como en Irlanda. También son una incógnita, por los horarios complicados en muchos puntos del planeta, las cifras de seguimiento televisivo de un torneo cuya retransmisión ha corrido peligro en Europa y, más aún, en Japón, donde no se ha asegurado hasta hace diez días.