Osasuna se hizo con su segundo título de la Euskal Herriko Txapela en un animado Stadium Gal, en el que la Real volvió a tropezarse con el maleficio que le persigue en este partido, pues ya acumula su quinta final perdida. Los rojillos se hicieron con el honor de ser campeones del país gracias al poder anotador de un Alejandro Catena inconmensurable en área rival.

El central madrileño, una de las dos incorporaciones veraniegas del club navarro, firmó un hat-trick en la primera parte, con dos dianas de cabeza que dejaron claro que puede dar muchas alegrías a la parroquia rojilla en las jugadas de estrategia.

La escuadra txuri urdin, por su parte, dejó la sensación de estar menos rodada y seguramente también tocada por la grave lesión de uno de sus jugadores claves, David Silva. Los de Imanol Alguacil solo dejaron buenas sensaciones cuando tuvieron que ir en busca del empate, con Cho destacado en ataque.

De hecho, prácticamente todo lo más reseñable del encuentro aconteció en los primeros cuarenta y cinco minutos, en los que se concentraron los cuatro goles que permitieron a las pobladas gradas del Stadium Gal disfrutar de una veraniega tarde-noche futbolera.

SIN PERDÓN

Como en el aclamado western de Clint Eastwood, Catena no perdonó cada vez que subió a rematar a los dominios de Remiro. Para el minuto 9 ya había adelantado a los suyos, lo que espoleó a una Real que ofreció su mejor imagen cuando se empeñó en conseguir la igualada.

Lo logró superado el ecuador de ese primer periodo gracias a una jugada individual de Cho -el más destacado del cuadro guipuzcoano-, pero cuando mejor se estaban desenvolviendo los pupilos de Imanol, llegó el 1-2 en otra jugada de estrategia en el 37.

No sería la última a la que le sacaría partido el bloque de Jagoba Arrasate quien, poco antes del descanso, puso la suficiente tierra de por medio con otro testarazo de Catena. La segunda mitad fue bastante menos vistosa, con una Real intentando enjugar la diferencia y un Osasuna a la contra.