Raimundo FITERO
DE REOJO

Ebullición global

La ONU, a través de su secretario general, asegura que este mes de julio que despedimos es el más caluroso de la Historia. Todas las estadísticas desde todos los centros de medición, las comparativas y las analíticas nos llevan a un precipicio que hace que se haya pasado de manera indeterminada en el tiempo de un calentamiento global a entrar en la era de la ebullición global. Vivimos en una sopa que cualquier día desborda al contenedor donde se está cociendo y acabaremos todos anegados, fundidos, rebuscando alimentos como jabalíes urbanos o esperando que las estaciones climatológicas unifiquen los precios del pan de plásticos sobrantes.

Huir en masa en fechas de asueto buscando las fiestas patronales y recalando de manera irreversible en colas en todos los medios de transporte es una parte del problema, aunque quedarse en la rutina del espacio y el tiempo de trabajo forma parte del discurso de la concentración agraria no conseguida y negacionista de las revoluciones industriales perdidas.

Quizás haya que confiar ciegamente en la Inteligencia Artificial o sus futuras transformaciones más estéticas para encontrar alguna solución no violenta, porque lo que estamos viviendo en directo y en diferido es una extinción subordinada y fragmentaria, que nos parece forma parte de un espectáculo audiovisual retransmitido por las redes sociales cuando es un hecho incuestionable que, de manera reiterada, nos van advirtiendo los científicos o sus porqueros, pero estas lluvias torrenciales o estos calores infernales no entraban en el todo incluido y anuncian tremendas convulsiones perpetuas.