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Euterpe, quo vadis?

Hoy hace 90 años, el domingo 13 de agosto de 1933, se inauguró en el Parque de Bilbao el monumento al compositor Juan Crisóstomo Arriaga (Bilbo, 1806-París, 1826), una evocación con la escultura de la musa Euterpe. Ante su reciente rapto y desdichado destino privativo previsto, es preciso reivindicar su sentido en el lugar.

Estanque del Museo de Bellas Artes de Bilbo, sin la escultura de Euterpe. (Iñaki URIARTE)

El homenaje a Arriaga obra del escultor conocido como ‘‘Paco Durrio’’ (1868-1940) fue concebido aludiendo a Euterpe, divinidad griega de la armonía musical, para situarlo en un amplio espacio mostrando su elegancia y majestuosidad.

Posteriormente, en 1948, tres años después de la inauguración del Museo de Bellas Artes, se trasladó al ángulo interior que forman los dos volúmenes del edificio, sobre un estanque y abierto hacia el Parque. Se definió un lugar que al completarse en 1970 con la ampliación moderna del museo, se convirtió en un espacio público recogido pleno de armonía, más que excepcional, sublime, de los más bellos de Eukal Herria.

El monumento, además de caracterizar el lugar, se compone de dos partes, escultura y pedestal.

La escultura es una estilizada figura femenina desnuda de puntillas con el cuerpo arqueado hacia atrás, el rostro inclinado hacia el cielo y los brazos doblados en cruz sujetan contra su pecho una lira de la que brotan hilos de agua como prolongación de sus cuerdas que se deslizan por su cuerpo, a modo de llanto, para depositarse en un estanque perimetral. De evocador simbolismo e inconmensurable belleza dramática como silencioso homenaje, de unos tres metros de altura, fue realizada en latón. La configuración y sentido de la musa que deplora la muerte de Arriaga es una plegaria al cielo expresada mediante una mirada alzada y un lamento hacia la tierra.

El pedestal, asimismo, escultórico tronco piramidal en granito rosa de Ávila y estilo Ar Deco con reminiscencia a culturas orientales, complementa el simbolismo de la musa. En el lado frontal, una gran esfinge que alude al Tiempo Eterno con los ojos cerrados y las manos abiertas recibe y escucha el agua, que cae desde la lira, a la vez que de su boca brota un soplo de agua que vierte en la pileta de su base.

En la exposición, “Bilbao y la Pintura” celebrada en Guggenheim (enero 2021-agosto, 2021), en la sección ‘‘Paco Durrio: Nexo de unión Bilbao-París”, el catedrático de Historia del Arte y comisario de la muestra Kosme de Barañano (Bilbao, 1952), expone lo diguiente: “Su monumento al músico bilbaíno Juan Crisóstomo de Arriaga es una de las mejores esculturas públicas realizadas en el siglo XX en España. La obra no es un retrato del músico, sino un monumento ―en su verdadero sentido etimológico, del latín monere, de hacer pensar y recordar―concebido como un conjunto que atiende a un simbolismo para recordar al músico: una figura de mujer en bronce eleva su canto y llora por la muerte prematura del músico; sus lágrimas fluyen hacia el estanque; la imagen da la vida. Durrio reinventa el sentido del monumento sustituyendo a Arriaga por la figura de una musa en un conjunto de pedestal y agua…”.

Lamentablemente, su opinión no se ha escuchado.

DEFORMACIÓN ESPACIAL

El proyecto de Ampliación y Reforma del Museo de Bellas Artes de Bilbo es “Agravitas”, elegido en un concurso repleto de irregularidades y posterior prevaricadora tramitación plena de ilegalidades asumidas y aceptadas, por imposición política, a la dirección del Centro de Patrimonio Cultural Vasco y, consecuentemente, aun conociendo sus infracciones y falsedades, admitido y aprobado en el Ayuntamiento y Diputación.

La propuesta, entre graves afecciones al edificio histórico del Museo, el de 1945, pretende sustraer y desfigurar no solo este lugar, que forma parte del Parque y así aparece en la documentación registral y urbanística, sino que también afecta al monumento, cubriéndolo, oprimiéndolo con una gigantesca y desproporcionada construcción y cerrándolo para convertir dicho espacio público en una sala del ampliado museo, con la figura de Euterpe mirando a un techo opresor, rodeada de otros elementos y hurtándolo de la libre contemplación social en cualquier momento del día. Una apropiación y privatización no solo impresentable e insultante, si no ilegal.

Se mutilaría brutalmente la integridad del monumento al perder su sentido de elemento fuente simbólico junto con el estanque, ya que desaparece la emisión de hilos de agua de la máscara del basamento y de la lira con su entrega en el vaso perimetral. Se desvirtúa totalmente la evocación musical del homenaje, al desecarse y acallarse la contribución del agua y no reflejarse la figura en el estanque como resonancia sonora.

PROPIEDAD PÚBLICA

Este despropósito significa robar un bien cultural de propiedad municipal, y por tanto público, catalogado en el Inventario Municipal de Bienes y Derechos del Ayuntamiento de Bilbo. Acción denunciable, como se ha hecho, en el Juzgado de Instrucción nº1 de Bilbo por prevaricación y expolio.

No solamente la ciudadanía de Bilbo sino el pueblo vasco, como propietario en su sentido patrimonial de los bienes culturales -así lo define la ley- y muy especialmente el ámbito artístico y cultural no pueden permanecer pasivos ante el atentado disimulado de un agresivo proyecto admitido por unos políticos encubridores y coautores por colaboración en un delito contemplado en el Código Penal (artículos 321 y 322).

¿Quo vadis Euterpe?, que antes lloró por la muerte de Arriaga, si este atentado se consuma, ahora seremos nosotros los que lloremos por Euterpe. La escultura de la musa, su basamento y el estanque constituyen un armónico, único e inseparable monumento que pertenecen y definen un lugar público: Arriaga Leku.