Pello GUERRA
PROYECTO NACIONAL DE EDUCACIÓN EN 1866

Nafarroa propuso crear una universidad vasco-navarra

En 1866, la Diputación de Nafarroa hizo una propuesta oficial a las de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa para crear una universidad vasco-navarra, tal y como se recoge en un documento que ha localizado la Editorial Mintzoa.

Portada del documento en el que la Diputación de Nafarroa proponía a las de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa crear una universidad. En la página anterior, fragmentos de la propuesta.
Portada del documento en el que la Diputación de Nafarroa proponía a las de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa crear una universidad. En la página anterior, fragmentos de la propuesta. (EDITORIAL MINTZOA)

Crear una universidad vasco-navarra fue la propuesta oficial que realizó la Diputación de Nafarroa a las entidades homólogas de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa en 1866, tal y como se recoge en un documento que ha sido localizado por la Editorial Mintzoa.

Según detalla su director, Aritz Otazu, esa particular «joya» ha terminado en sus manos porque «un coleccionista de Pamplona está vendiendo parte de su biblioteca, de la que adquirimos una serie de documentos, entre los que figuraba este, que es importantísimo».

Otazu comenta el contexto en el que se generó ese documento. «Era un periodo entre las guerras carlistas, en el que se estaba gestando una especie de partido o movimiento popular llamado la Unión Vasco-Navarra, que estaba comandada por Nicolás Zabalza, vicepresidente de la Diputación Provincial de Navarra». Esta última tenía ese nombre porque «fue al año siguiente cuando pasó a ser Diputación Foral. Hacía 25 años que Navarra había perdido su condición de reino y había pasado a ser provincia».

Aunque todavía estaban muy presentes las tensiones entre carlistas y liberales, hasta el punto de que seis años más tarde estalló una nueva guerra, esa Diputación, que contaba con integrantes de ambas filiaciones políticas, decidió lanzar un proyecto común vasco-navarro de tipo educativo. Como señala Otazu, «no entran en ningún otro tipo de disquisiciones, tienen muy claro qué es lo que quieren crear».

En concreto, se trataba de poner en marcha una universidad vasco-navarra junto con las diputaciones de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa, y lo plasmaron a través de «un documento oficial que va de la Diputación de Navarra a las otras tres diputaciones vascas intentando crear un proyecto nacional de educación. Hace 150 años, crear un proyecto así se veía muy normal». De hecho, en el contenido, las apelaciones a «la patria» y a la «tierra Vascongada» son frecuentes.

El documento consta de 20 páginas distribuidas en cuatro partes. La primera es de un corte «más romántico» y en la que la Diputación de Nafarroa señala que lamenta que «el país que administra carezca de un gran centro de enseñanza». Una «falta» que «no se olvida de que sus antiguas hermanas de Vizcaya, Álava y Guipúzcoa se encuentran en el mismo caso» y con las que tiene «grandes analogías» que deben preservarse para el «engrandecimiento de la tierra Vascongada». En concreto, cita, entre otras, « el respeto a la autoridad y el amor a sus instituciones seculares» como «sus más preciosos timbres».

Con el objetivo de conservar «perpetuamente tan apreciables atributos», considera vital evitar el dolor que experimentan las familias de los jóvenes que realizan estudios universitarios «al alejarlos del país que los vio nacer» para recalar en ciudades populosas «donde se albergan el vicio más refinado y los crímenes más espantosos». Hasta el punto de que se iban jóvenes «virtuosos y cándidos» que volvían convertidos en seres «degradados por la corrupción o quizá en un cadáver».

PREPARARSE EN SU TIERRA

Para resolver ese «problema capital», la Diputación de Nafarroa plantea a sus entidades homólogas de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa «conservar en los jóvenes el amor a la familia, el sentimiento patrio, el apego a sus costumbres y el respeto a sus instituciones, y prepararlos para que sin traspasar las fronteras de su tierra natal puedan adquirir la ciencia y los títulos que autorizan el ejercicio de las profesiones liberales», según se señala en el documento.

Esa propuesta, que califica de fundamental para la propia Nafarroa, la traslada a las demás diputaciones vascas, porque «considera como a su propio territorio el que ocupan las provincias vascongadas, porque en todos los elementos que ellas entrañan encuentra los elementos mismos de su vida». Por ese motivo, apunta que para alcanzar el objetivo planteado, «ha considerado como a su propio país a todo el país vascongado».

La Diputación navarra cree que, con esta proposición, «prestaría un señalado servicio a los pueblos que administra, si dentro de las montañas euskaras, pudiese ofrecer a la juventud un gran centro de instrucción pública». Una «creencia» que debe convencer al resto de diputaciones «no solo del sincero aprecio que Navarra las profesa, sino de la justicia que hace a sus virtudes y de la lealtad que caracteriza a la noble empresa que las propone».

En vista de que las cuatro entidades mantienen «muy viva su autonomía económica» y pueden disponer de sus fondos y aplicarlos «a los objetivos que consideren oportunos», la Diputación de Nafarroa está «dispuesta a acudir al sostenimiento de una Universidad Vasco-Navarra, si es que sus antiguas hermanas aceptan su idea y responden de buen grado a la invitación que las hace».

Para poner en evidencia la seriedad del proyecto, la Diputación recoge en el documento las reglas generales de esa universidad, aunque sin llegar a establecer el lugar en el que quedaría ubicada «tanto porque no es ella sola a quien compete designarlo, como porque no quiere adelantar especies ni anticipar soluciones». A partir de ahí, sí que plantea una serie de pautas, como que «el local de la universidad lo costeará la provincia en donde se domicilie» y se fija que cada una de las provincias que estén interesadas «contribuirá con 4.000 escudos anuales». El presupuesto sería de 55.000 escudos.

Hasta se incluye una tabla de sueldos, con los 3.000 escudos que corresponderían al rector, los 500 de las secretarias de facultades o los 300 que se pagaría al bedel.

TEOLOGÍA NO

También figuran los títulos que se impartirían en la universidad vasco-navarra y que serían Medicina, Derecho, Farmacia y Filosofía. Expresamente, se señala que no se ofrecerían clases de Teología, ya que se considera que los Seminarios ya cumplen con esa labor. Hasta se concretan las fechas entre las que se desarrollaría el curso, que iría del 16 de noviembre al 30 de abril, y que se podría contar con unos 500 alumnos.

La propuesta fue trasladada a las diputaciones de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa, cuya respuesta inicial se llega a reproducir en el mismo documento. En concreto, señalaron que la iban a consultar con las Juntas Generales de cada territorio, viendo la importancia que tiene crear esa universidad vasco-navarra.

Pero de ahí, el proyecto parece ser que no avanzó, ya que no se terminó de llevar a la práctica. ¿Cuáles serían los motivos? Como señala Otazu, «eran tiempos convulsos» y la inestabilidad política pudo estar detrás, ya que unos pocos años más tarde, en 1872, estalló una nueva guerra carlista, que se saldó con una derrota de las armas de Carlos VII y que tuvo como consecuencia la Ley abolitoria de Fueros del 21 de julio de 1876.

El proyecto de universidad vasco-navarra planteado por la Diputación de Nafarroa cayó en el olvido, hasta que ha vuelto a la palestra pública gracias al hallazgo de este «proyecto oficial que fue impreso, pero del que desconocemos qué difusión tuvo», indica Otazu.

El ejemplar que ha localizado la Editorial Mintzoa ha pasado a formar parte de sus fondos en un momento muy especial, ya que, como recuerda su director, cumple 40 años de andadura y el hallazgo de este documento es «una buena manera de celebrarlo».