Koldo LANDALUZE
PEQUEÑOS GRANDES AMIGOS

Relaciones y conflictos intergeneracionales

Tras los excelentes resultados que cosecharon con su ópera prima “Pequeñas cosquillas”, el dúo de cineastas Andréa Bescond y Eric Metayer han apostado por una comedia dramática que deja muy a las claras sus saludable intención de dibujar en el espectador una sonrisa cómplice. Afable y modesta, plasma el choque intergeneracional que se escenifica en una residencia de ancianos y en su mensaje queda subrayada la importancia que tienen los cuidados en la sociedad actual. Vicent Macaigne interpreta el rol de uno de estos trabajadores de un asilo de ancianos, que además de estar mal pagados y sumando horas extenuantes, se ha visto en la obligación de trasladarse a la cafetería de un colegio para poder desayunar y almozar. El problema radica en que los alumnos de una escuela cercana deben instalarse en dicho establecimiento para continuar sus clases.

TRABAJO Y EMPATÍA

En mitad de este caos, asoman las relaciones de diferentes generaciones dentro de un contexto de obligada complicidad. Si en su intención principal la película aboga por un mensaje de empatía, también queda resaltado ese concepto de cine social que tan bien ha entendido el británico Ken Loach.

De esta forma, confluyen cuestiones dolorosas como las enfermedades que padecen los ancianos y las protestas que ejercen los trabajadores del asilo para reivindicar sus derechos laborales.

A ello se suma la propia explosión vital de los alumnos, que aportan ese álito vital que a veces puede resultar terrible y en otras muy necesario, sobre todo para establecer vínculos entre personas necesitadas de afecto y comunicación. “Pequeños grandes amigos” está medida al detalle, sigue una línea clara que nunca sobrepasa, no hay excesos dramáticos y todo fluye con demasiada naturalidad.