EDITORIALA

El PSN, ante su tercera oportunidad

La líder del PSN, María Chivite, ha vuelto a recibir la confianza de hasta cuatro grupos parlamentarios (dos con el sí y EH Bildu vía abstención) para dirigir el Gobierno navarro cuatro años más. Sobre sus espaldas recae una responsabilidad sin duda mucho mayor que la representación lograda por su partido el 28M: 11 parlamentarios sobre 50, apenas un 20,68% del voto ciudadano.

En realidad el PSN siempre ha recibido más poder institucional que el que le han dado las urnas: cuando concluya esta legislatura habrá presidido Nafarroa en 17 de 44 años. Conviene recordar además cómo lo ha utilizado. Es seguro que de la primera etapa ni en el Paseo de Sarasate quieran acordarse: además de abanderar posiciones sectarias y políticas de derechas, Gabriel Urralburu acabó condenado por corrupción en obras públicas. Pese a ello, fuerzas abertzales y de izquierdas, y el CDN de Alli, le dieron una nueva opción cuatro años después (1995), encarnada en Javier Otano: aquello también acabó mal, pero no solo porque titulara una cuenta en Suiza, sino porque desde ahí el PSN se decantó por la colaboración sumisa con UPN-PP. De la Gestora lanzada por Víctor Manuel Arbeloa al Gobierno de coalición de Roberto Jiménez con UPN, pasando por la impotencia de Fernando Puras ante el «agostazo» de 2007, una década y media sonrojante.

La tercera etapa es esta protagonizada por María Chivite. Ha llegado en un contexto totalmente diferente, en que el fin del conflicto armado y los cambios generacionales y sociológicos crean nuevas relaciones de fuerzas en Nafarroa, reflejadas en el estancamiento de la derecha españolista y el auge de EH Bildu. Tras el primer capítulo del ciclo queda claro que Chivite no es Urralburu ni Otano, ni tampoco Arbeola o Jiménez. Pero tampoco ha mostrado el liderazgo suficiente para generar dinámicas de cambio y progreso que tienen un caldo de cultivo propicio en la Nafarroa de hoy. Menos confianza aún genera su partido con la vía libre a la derecha en ayuntamientos. Tras una legislatura muy marcada por la pandemia y otras crisis, Chivite tiene una oportunidad nueva y mejor. Apoyos para ello, críticos pero implicados, no le van a faltar.