GARA Euskal Herriko egunkaria
JOPUNTUA

Tras los pasos de la zombie feminista


Me senté al final, lo suficientemente escondida para que no me viera bien, pero no tanto para que supiera que ahí iba. Tuve un déjà vu. Desvió su camino, se detuvo con una patrulla. Agarró camino por el desierto, frenó. Se subieron los otros cuatro. Salí a su encuentro, uno de ellos me reconoció de inmediato, mi playera de Los Tigres y mi pelo afro me delataron. ¿Es una broma, pendejo?, le dijo al conductor. No les di tiempo de decir nada, nada. Me acerqué poco a poco, vi sus caras de pánico, uno de ellos se orinó encima de la impresión, pinches idiotas, les gusta llevarse pero no se aguantan. Tenía miedo, el cuerpo tiene memoria, pero me lo tragué. Sonreí enseñando mis colmillos afilados».

No sabía necesitar tanto que la Negra regresará de entre nuestras muertas para eliminar a sus cinco feminicidas en el desierto mexicano, hasta que Dahlia de la Cerda, que la había creado, hecha de nuestra misma carnemujerizada, la resucitó para vengarnos. Hablo de su alucinante libro de relatos “Perras de reserva”. ¡Léanlo, malditas! Necesitamos brujería, magia, fantasía, relatos, mitos, sortilegios, maleficios, necromancia feminista, para proyectar juntas toda nuestra fuerza, nuestra rabia, nuestra derrota, nuestras ilusiones, nuestra estrategia, contra las estructuras de un mundo construido contra nosotras. En este nosotras caben multitudes.

Es imposible relatar la opresión invisibilizada ni luchar por deshacerla acatando la narrativa imperante; es sofocante y aburrido vivir en el nazco, me revoluciono, me reproduzco o no y muero. Matamos a Dios y al padre, ¡bien hecho!, pero por qué renunciar a Hécate, a Graxiana de Barrenetxea, a Ishtar, a La Llorona, al éxtasis de la hora violeta y a nuestra espiritualidad revolucionaria, cómo habitar una vida tan maravillosamente compleja sin contradicciones y sin akelarres. Como le dijo en 1661 una brujerizada al inquisidor en Lille: no pienso ser una mujer distinta de la que soy, encuentro demasiado gozo en mi forma de vida. Como para no reivindicar a nuestras brujas.