GARA Euskal Herriko egunkaria
Entrevista
Daniel Zapico
Tiorbista

«Cuando encuentras una obra interesante te sientes un cazatesoros»

Traspasado el ecuador de Quincena, el reconocido y celebrado contratenor Carlos Mena llega al ciclo de Música Antigua, esta vez en un concierto a dúo con Daniel Zapico (Langreo, 1983), uno de los tiorbistas más interesantes del momento y uno de los famosos hermanos Zapico, estrellas del barroco a nivel mundial.

Daniel Zapico y Carlos Mena en uno de sus conciertos. (ZAPICO)

Tres hermanos, los tres músicos y los tres especializados en Música Antigua. ¿Qué les daban de merendar?

[Risas] Es la pregunta del millón, porque realmente en nuestra familia no hay ningún antecedente musical, lo cual lo convierte en algo aún más extraordinario. Nosotros no teníamos ninguna pretensión de ser músicos profesionales. Animados por nuestros padres, empezamos en el conservatorio a la edad habitual de 8 años con instrumentos clásicos -Aarón, con piano y Pablo y yo, con guitarra clásica- porque Música Antigua no había en ese conservatorio ni estaba muy extendida en aquel momento. Pero, por unos devenires del destino, conocimos un poco la Música Antigua y sus instrumentos y empezamos a interesarnos por ese repertorio, por la manera de tocar, por la libertad que permitía tanto la interpretación como la improvisación.

Atraídos por todo ese encanto de la Música Antigua, empezamos a tocar juntos, creamos Forma Antiqua y a partir de ahí fuimos recorriendo poco a poco todos los pasos que se pueden recorrer desde el principio; es decir, hay muchos grupos hoy en día que se crean directamente con profesionales, pero nosotros éramos totalmente amateurs y fuimos descubriendo la música y el tocar juntos desde ese primer momento, y poco a poco, paso a paso, fuimos recorriendo toda la historia de Forma Antiqua -por cierto que dentro de poco la formación cumplirá 25 años-, nos profesionalizamos los tres, y a esto nos dedicamos desde entonces.

La tiorba, como todos los instrumentos de cuerda de tripa, no tiene ni el volumen ni el brillo de los instrumentos actuales. ¿Hay que cuidar la acústica de los espacios en los que se actúa? ¿Es un problema?

Es parte del maridaje con la música, pero no solo para Música Antigua, sino también para muchos otros tipos. Lo cual no quiere decir que la Música Antigua se tenga que hacer en espacios barrocos o espacios que tengan cierta historia. Muy al contrario, nosotros defendemos descontextualizarla de los lugares que le eran habitualmente designados. Es un poco lo que pasa con el maridaje: que puede ser por contraste o por semejanza. Puedes buscar un espacio muy moderno para hacer una música antigua. Obviamente, la acústica es un factor muy importante porque tocamos en acústico, que quiere decir que es el propio instrumento el que determina el sonido y su potencia, Otros instrumentos modernos van amplificados y los problemas de volumen no existen, no son tan grandes. Pero, en nuestro caso, cuanto mejor sea la acústica, más podrán disfrutar tanto público como intérprete.

La labor de intérprete, en su caso, está muy estrechamente relacionada con la investigación, con la recuperación de manuscritos… ¿Son ustedes los Indiana Jones de la música o es algo demasiado romantizado?

Sí que pasa un poco de esto. Nosotros vamos directamente a las fuentes para la búsqueda de literatura, y también leemos obras que ya se conocen directamente de las fuentes. Ese contacto directo con el original aporta mucha información que, de otra manera, no es que se pierda, pero sí se desvirtúa con las ediciones modernas. En muchas ocasiones, al hacer este tipo de ediciones, hay una persona o un equipo de personas intermediarias que tienen que tomar decisiones a veces subjetivas, y esa información se desvirtúa un poco.

Hoy en día, con la interpretación históricamente informada, ya no solo los músicos o los luthiers, ahora también los editores están muy preparados, son muy profesionales y hacen ediciones muy fidedignas, pero antes había muchas libertades y mucha aportación del propio editor que, si no incorrecta, hay que tener en cuenta que no es información original. Así que, como decía, recurres a las fuentes, buscas en los manuscritos, vas probando, vas leyendo, y te ves a ti mismo como un cazatesoros cuando por fin encuentras una pieza que te interesa, bien sea por la temática, o por un giro melódico…, y sientes que has descubierto una pequeña perla, una joyita, y luego se disfruta muchísimo tocándola en público y compartiéndola.

El programa que presentan Carlos Mena y usted para esta ocasión está inspirado en la técnica de la transcripción. ¿En qué consiste exactamente?

A mí me gusta explicarlo, porque es difícil ponerse en la situación de dos cosas: una, que la música en aquel momento era música contemporánea, era de rabiosa actualidad; y la segunda, que la única forma de escucharla era en vivo. Hoy cuesta imaginarse un concepto así, podemos escuchar cualquier cosa en cualquier momento, pero entonces tenía que ser música en vivo y, precisamente por eso, la práctica de la transcripción era tan habitual y tan normal. Porque, si alguien quería volver a escuchar un aria de una ópera, una obertura, una fantasía o cualquier pequeña pieza musical, había que tocarla, y se tocaba con los instrumentos que tenían disponibles.

Las cortes disponían de muchos instrumentos, pero en las casas o en sitios más pequeños se hacía con los que tuvieran a mano, a veces solo uno. Y esa es la práctica que recupero, que se ha perdido hoy porque podemos escuchar cualquier música en cualquier momento y se ha abandonado esta práctica de transcripción. Así que, recuperando esta práctica olvidada, en este proyecto elijo música que me gusta sin atender a cosas como para qué instrumentos o para cuántas voces estaba pensada, y después la adapto a mi instrumento y a la voz de Carlos.

Con la recuperación del ejercicio de transcripción, vuelve una pregunta que ya se hacían hace trescientos años: ¿cambia el carácter de una pieza cuando se transcribe a otra tonalidad?

Hay matices sobre esto. Si utilizamos temperamentos como se hacía en la época, se suele entender que cada temperamento tiene un carácter, pero el propio instrumento influye en el carácter de la tonalidad, en la tiorba no suena una tonalidad igual que otra: unas tienen más cuerdas al aire, otras menos, unas son más cómodas que otras… Y al final, en la práctica real, aunque cada tonalidad va a ser diferente, en el propio instrumento, en la propia voz, eso va a aportar también matices, de modo que llegamos a compromisos: ¿Nos interesa una pieza más aguda o más grave? ¿Funciona bien en la tiorba? ¿Queremos que sea más oscura o más luminosa? Son muchos matices a resolver.

En 2021 grabó usted un disco en solitario, “Au Monde”, con un repertorio similar. ¿Este dúo con Carlos Mena es una continuación de ese disco, es una segunda parte?

Exacto, es una continuación. Además, este repertorio con Carlos no está concebido como un concierto de voz acompañada de tiorba, como suele ser habitual. En el disco a solo, yo quería sacar la tiorba a un rol de instrumento solista, que es muy poco frecuente, porque siempre se combina con otros instrumentos como el laúd o la guitarra, pero en este disco yo quería poner la tiorba en primer plano. Y luego con el repertorio con Carlos Mena he seguido pensando de la misma manera: es un concierto donde hay muchos solos de tiorba y muchos momentos de complicidad entre el canto y la tiorba.