IÑAKI ZARATIEGI
DONOSTIA
Entrevista
SOLEÁ MORENTE
Cantante

«Parto del flamenco y de mi padre,pero construyendo un sonido propio»

La hija mediana del influyente Enrique Morente está acabando la gira de presentación de su cuarto disco, “Aurora y Enrique”, homenaje a sus progenitores, e inaugura el miércoles 23 la programación Siglo XXI del festival navarro Flamenco On Fire. Soleá reivindica las raíces jondas, pero con un espíritu contemporáneo en clave de pop y electrónica a lo sureño.

(Fotografías: Alfredo ARIAS)

De niña creía que Federico García Lorca era un amigo de su padre y con el tiempo acabó conociendo a fondo la obra del asesinado poeta cuando estudió Filología Hispánica. María Soledad Morente Carbonell (Madrid, 1985) es la mediana de los tres hijos del notable cantautor Enrique y la pintora y ex bailaora Aurora “La Pelota”. Ellos se empeñaron en que tuviera estudios, pero en aquel hogar flotaba el arte y Soleá siguió la estela creativa de sus procreadores y su hermana mayor Estrella.

Un cáncer se llevó al padre en 2010 y su influencia en el flamenco y en la cultura hispana en general ha impregnado las trayectorias de sus descendientes. Soleá decidió hace un par de años enfocar su cuarto disco autónomo hacia el legado familiar y lo tituló “Aurora y Enrique”. Canciones propias en formato muy actual, una encrucijada entre el pop-rock y lo jondo.

Además de su propia obra musical y muchas colaboraciones, la madrileña-granadina ha acumulado actividad teatral, en cine, iniciativas poéticas, televisión y más recientemente radio: “Cariño, sabes que soy de otro planeta”, en RNE-Radio. Estuvo en la primera edición del festival Flamenco on Fire, en 2014, y regresa a Iruñea para actuar en la Sala Zentral.

¿Soleá, Soledad, soleada…?

En mi DNI, María Soledad. Me quisieron inscribir como Soleá, pero entonces no se podía. Pensaron que Soledad era casi lo mismo y María por si no me gustaba el otro. Ahora me lo podría cambiar, pero bastantes líos tengo como para meterme en papeleos.

¿Dice que no se considera cantaora, pero sí flamenca?

Nací en una casa flamenca, pero mis primeros proyectos fueron lo contrario, con Los Evangelistas, Lagartija Nick y Los Planetas, homenajeando a mi padre. Luego tiré por la sicodelia y la investigación. Siempre he partido del flamenco y de mi padre, pero con un sonido y universo propios. No me considero cantaora como tal, pero estoy volviendo más al origen, al cante y canto de Enrique Morente. Algo que va con la identidad, con el vínculo que tengo con la voz y el legado de mi padre. Canto las soleás como las siento, al margen de lo que alguien opine sobre afinación, tiempo, tercios cortos o largos. Eso me da valentía y fuerza para hacer mi camino porque aparte soy cantante de rock, pop o como quieras llamarlo.

¿Quién la empujó más al arte, la madre o el padre?

Los dos. Eran padres excelentes, increíbles. Tuve una infancia y educación privilegiadas y fui una niña feliz. Mi padre nos enseñaba ritmos del cante, mi madre una patadita de baile… Juegos que formaban parte de nuestra vida y han resultado un trabajo.

Pero Enrique se puso serio: «Saca primero la carrera y ya hablaremos de cantes».

Es verdad, terminé Selectividad y había que decidir. Mi padre me dio un consejo sabio: «Con lo joven que eres, si te organizas bien el tiempo, puedes hacerlo todo». Yo lo veía imposible. Pero llevaba razón: estudiando Filología estudiaba música, porque estudiar poesía es estudiar música y al revés. Imagínate cómo me retroalimento ahora a la hora de escribir y componer.

Ganó la vía familiar: empezó de asistente de su padre, mientras preparaba con él su disco de debut, cortado por su muerte.

Compartió mis años de universidad y hasta se venía de libre oyente o analizábamos en casa las clases del día. Fui su asistente, corista y palmera en ocasiones. La vida te lleva y parece que fue inevitable que me dedicara a algo que tuviera que ver con el arte. Trabajamos en un proyecto con canciones de Paco Ibáñez, que se truncó con su muerte. Las estoy retomando ahora de la mano del productor Isidro Sanlúcar y estamos en contacto con el maestro.

El apellido Morente, ¿ha sido una guía creativa, pero también un peso de responsabilidad y un reto?

A principio fue difícil aceptar la comparación y el linchamiento por parte de alguna crítica. Quiero escribir un libro algún día para emocionarme, llorar, incluso dar las gracias a ciertos críticos que entonces me hicieron mucho daño, pero me ayudaron para echarle valentía y seguir adelante. Esa es la parte puñetera, pero la importante y que vale es dar las gracias a la vida, a Dios y al universo por la grandísima suerte de haber tenido un gran padre y un genio con el que convivir durante 26 años.

“Tendrá que haber un camino”, que había cantado su padre con Los Planetas y que fue el título de su primer disco, en 2015, ¿era una declaración de intenciones?

Absolutamente. No había aun ese tipo de creaciones, canciones de La Bien Querida, Los Planetas o Lagartija Nick unidas con música de Enrique. Una unión de indie puro con flamenco que mostraba que puede haber un camino, pero que hay muchos posibles. Que, aunque yo no sea absoluta ortodoxa y todo eso, me puedo dedicar a cantar. No acepto las estructuras impuestas, cojo los caminos que quiera y alguno quizás me lleve al sitio donde pueda estar bien.

Un camino que venía del gran experimento “Omega” de su padre con Planetas y Lagartija.

Fue el germen de muchas cosas, pero sumado a toda la obra anterior de mi padre, que fue rompedor y valiente para demostrar que el flamenco es un arte vivo e infinito. Yo aporto mi pequeña parte según lo que he vivido y siento. Colaboré con Evangelistas en el homenaje a Enrique de 2012, después en el EP “Encuentro” y luego he sacado mis discos propios.

“Aurora y Enrique” surgió durante la pandemia.

Fue muy especial, salió de mis entrañas, lo compuse y escribí en un momento delicado y lo hice primero sola, en mi habitación de la casa familiar de Granada.

Hay referencias (“El pañuelo de Estrella”, “El Chinitas”, “Domingos”) a la decisión de su madre gitana y él payo, que tuvieron la valentía de escaparse.

Ella actuaba de bailaora y cantaora en el Café Chinitas de Madrid donde le conoció y fueron muy valientes también en eso. Se escaparon a Granada, donde se casaron en plan hippie.

Participó en la campaña “Gitanas en estéreo”, por la igualdad. El 27 de julio se celebró el Samudaripen, recuerdo del exterminio gitano en el nazismo, y se denunció que el genocida Marqués de la Ensenada da aún nombre a calles o a un colegio universitario. ¿Cuánto queda de racismo y discriminación?

Queda bastante. Fíjate la que hay armada con el regreso del deseo a dictaduras y represión. Pero estamos para luchar y resistir. Los artistas desde nuestro lugar, los periodistas desde el vuestro, cada uno desde el suyo… Todos tenemos una función importante, queda mucho por hacer. Hay que ser conscientes y estar vigilantes.

En su campo creativo ha hablado de influencias como Sufjan Steven, Beach House, Cocteau Twins o The Cure. De atmósferas, paisajes sonoros, psicodelia… ¿Refleja su eclecticismo y apertura de ideas?

Mi universo viene de lecturas, música, cine. Y de lo que veo, siento y sueño, lo que sucede a mi alrededor y lo que le pasa al mundo. Cada vez me inspira más la literatura y en especial la de mujeres: Katherine Mansfield, Annie Ernaux, Simone de Beauvoir, Alejandra Pizarnik, Sylvia Plath… La música que hay en la literatura de esas mujeres, o las referencias musicales que has mencionado, más New Order, Joy Division… Pero también Billie Holiday, La Niña los Peines… son fundamentales para mí, como sagradas. Y desde ahí construyo, aunque a veces no lo puedo hacer con tantas ideas que me rondan y no son fáciles de plasmar.

Se presenta en Flamenco on Fire.

Estuve en su primera edición, con el proyecto “Encuentro” con Los Evangelistas, y no podía imaginar que volvería diez años después con este disco. Me parece emocionante y estoy muy agradecida de que hayan contado conmigo.

Enrique actuó bastante por aquí y hasta intervino con Mikel Laboa en el Euskalduna de Bilbo. ¿Conoce algo de la música vasca?

No tanto, me encantaría saber más y ahora que voy para Pamplona, si me queréis enseñar y proponer cosas, encantada de escuchar propuestas.

Paco Ibáñez le podría aconsejar alguna versión en euskara.

Sería muy bonito, siempre canta algún tema en euskara. Tengo pendiente ir este mes a su casa para ver lo de las canciones que te he comentado. Cantar en euskara sería maravilloso.