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Un verdugo medioambiental en Turquía remodelará el Camp Nou

Limak Holding, ganadora del concurso para transformar el estadio del F.C. Barcelona, pretende sustituir el bosque de Akbelen por una mina que proveerá de carbón a una central térmica de la zona y que acabará con la forma de vida de sus habitantes.

Activistas medioambientales y residentes han luchado durante años codo con codo para evitar la destrucción del parque de Akbelen. (Bulent KILIC | AFP)

Entre abuelas abrazadas a árboles centenarios y cadenas humanas disueltas por cañones de agua a presión y gases lacrimógenos, avanzan las máquinas. El bosque de Akbelen, en la província de Mugla, al sur oeste de Turquía, es ahora mismo un campo de batalla donde sus lugareños luchan para protegerlo. El objetivo empresarial: sustituirlo por una mina de carbón que abastecerá a una planta térmica próxima al lugar.

A Deniz no la tomó desprevenida: «Sabíamos que algún día vendrían», explica a GARA esta activista medioambiental. Y tras dos años a la intemperie haciendo turnos para proteger el bosque de posibles intrusos gubernamentales o empresariales, llegaron. Ella misma describe cómo más de 750 días de lucha, rotos el día 24 de julio, parecen haber sido en vano: las máquinas pesadas invadieron el bosque donde los residentes del pueblo de Ikizkoy han estado luchando desde 2019, recurso tras recurso, para evitar lo que finalmente ha ocurrido.

Deniz relata que la lucha se ha cobrado en los últimos días más de cincuenta detenidos. Ella misma ha sido arrestada hasta en dos ocasiones. «Me han prohibido salir del país y entrar en la región de Mugla», dice la activista, una táctica del Gobierno turco para alejarla físicamente de la protesta. Además, debe presentarse dos veces por semana en comisaría, mientras espera un juicio en el que será acusada de no acatar las órdenes policiales y de agredir a los diez agentes de la Gendarmería que la detuvieron. «¿Cómo podría haber herido a diez hombres que me detuvieron cuando fui yo la agredida?», se pregunta, al tiempo que describe la violencia y la represión policial: «Éramos veinte detenidos, algunos heridos. No nos llevaron al hospital, sino directamente a la comisaría. Tuvimos que llamar a una ambulancia nosotros mismos».

Tras el telón, una protesta contra Limak Holding, la empresa constructora del nuevo estadio del F.C. Barcelona, y contra el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan.

UN VIEJO CONOCIDO

La voz de alarma salió de la plataforma ecologista Ikizkoy Resiste, que denuncia la devastación de áreas forestales con siglos de historia equivalentes a «105 estadios de fútbol». En el lado opuesto, Nihat Özdemir, fundador de Limak Holding y recientemente favorecido por una millonaria inversión destinada a transformar el estadio del F.C. Barcelona: Joan Laporta, presidente del club, le tendió la mano en enero junto con un contrato por 900 millones de euros para la obra. Pero Limak Holding ya ha dejado su huella en diversos rincones de Turquía.

La firma se mueve en múltiples áreas y, frecuentemente, se involucra en proyectos provenientes de concursos públicos. La arquitectura del nuevo centro financiero de Estambul también lleva su sello, aunque detrás de su imponente fachada se esconden relatos de condiciones laborales deplorables, según apunta Deniz. Pero no solo en la ciudad. Los alrededores de Estambul también eran tierras que fueron ricas en vida y naturaleza, pero se convirtieron en pistas de aterrizaje para dar forma al nuevo aeropuerto. Según los sindicatos, allí perdieron la vida centenares de trabajadores. Özdemir también jugó su papel: Erdogan otorgó su construcción a las cinco empresas más beneficiadas del país en concursos públicos. Así, Cengiz Holding, Limak Holding, Kalyon Holding, Kolin Holding y Grup Makyol obtuvieron su parte a través de IGA, la constructora del aeropuerto.

«SALVAD AKBALEN»

«Mientras decenas de miles de personas huyen de los incendios forestales causados por la crisis climática en la región mediterránea, resulta incomprensible que una empresa destruya un bosque para ampliar una mina de carbón. La industria del carbón es responsable de una quinta parte de todas las emisiones globales de gases de efecto invernadero», explica a GARA Duygu Kutluay, de la Organización Contra las Energías Fósiles. Limak no es la única. Recientemente la compañía Cengiz también comenzó su particular tala en las montañas de Kaz sin siquiera esperar a la resolución judicial que lo autorizara. Porque, pese a que Turquía ratificó el Acuerdo de París, la preservación de los espacios verdes nunca ha sido una prioridad para el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) de Erdogan.

Entonces, ¿es una protesta contra Limak o contra Erdogan? Según Deniz, «protestar directamente contra Erdogan puede llevarte a prisión por insultos al presidente, por eso protestamos contra Limak». Porque para estos activistas, Limak y Erdogan son sinónimos. «Erdogan es un activo importante para Limak y, a la vez, Limak sostiene a Erdogan con su dinero. Si acabamos con Limak, Erdogan quedará muy debilitado», asegura.