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Sanz critica a Esparza y abre la caja de los truenos en UPN

El tercer intento baldío de llegar al Gobierno navarro y el resultado del 23J han abierto una crisis en UPN que Javier Esparza intentaba amortiguar. Pero el intento lo ha dinamitado Miguel Sanz.

Esparza y Sanz se abrazan en plena resaca del descalabro electoral de 2015. (Jagoba MANTEROLA | FOKU)

Equivocaciones en las últimas decisiones electorales, errores de posición ante el PSN, falta de «rearme ideológico» y problemas también de formas. Todo esto es lo que reprocha a la dirección de UPN el que fue su líder durante mucho tiempo y presidente navarro durante 16 años de forma ininterrumpida (1995-2011), Miguel Sanz, en una entrevista ayer en “Diario de Navarra”.

La andanada denota que, como era previsible, las aguas bajan revueltas en un partido que por tercera legislatura consecutiva se ha quedado en la oposición en Nafarroa y que, además, ha pagado la fractura con el PP perdiendo uno de sus dos diputados en Madrid. Su presidente, Javier Esparza, ha intentado diluir el descontento negando que haya críticas internas y anticipando que no será candidato ya en 2027, pero Miguel Sanz ha abierto la caja de los truenos con una reprimenda integral, en la que deja pocos aspectos sin críticas.

Comienza desmintiendo ese negacionismo de la crisis interna: «Leí el otro día en la entrevista de este periódico que Javier Esparza venía a decir que no hay malestar dentro de UPN. No se corresponde con lo que a mí me llega en forma de mensajes. Y no de uno, ni dos ni tres ni cuatro ni cinco. Me llega que hay malestar dentro de UPN».

En lo más reciente, critica que no se llegara a un acuerdo con el PP para concurrir juntos a las estatales pese a la deserción de sus dos diputados electos en 2019, Carlos García Adanero y Sergio Sayas, al partido de Núñez Feijóo. «Ha habido un error de estrategia al no haber aceptado la contrapropuesta que el PP nos hizo para ir juntos», una contrapropuesta que, según valora Sanz, «ya fue efectiva en 2011 y no aceptarla fue un error».

Entiende que «eso nos ha llevado a perder el liderazgo que hemos tenido en los últimos años, también en las elecciones generales, y perder incluso el liderazgo en el Senado, donde se ganan los tres senadores siendo exclusivamente el partido más votado. Afortunadamente, en el Senado obtuvimos escaño porque se vota a las personas y María Caballero tiene su carisma y su aceptación en la ciudadanía. Pero para el Congreso fuimos los cuartos, por detrás del PSOE, Bildu y el PP». Le molesta especialmente «que Bildu sea el segundo partido más votado para que Navarra esté representada en Madrid. Me parece lo más grave».

ESTRATEGIA ERRÓNEA

Más allá de esta decisión puntual, ve falta de adaptación a un contexto que admite que ha cambiado. Cree que «hay que hacer cosas diferentes. Hay que abrirse a la sociedad, hay que ser mucho más contundentes en algunas críticas políticas, hay que rearmar al partido estratégica e ideológicamente, sin perder los principios». Al mismo tiempo, aboga por «ofrecer cosas» al PSN, dando a entender que Esparza no es suficientemente combativo para evitar que el partido de María Chivite se alíe con formaciones de izquierda y abertzales.

Profundizando en ello, expone que «en política hay que aplicar la fórmula del conde de Romanones: sumar lo más, restar lo menos, multiplicar prudentemente y dividir al adversario. Y nosotros, ni sumamos lo más, ni restamos lo menos, ni mucho menos dividimos al adversario. Al revés, unimos cada vez más al Partido Socialista con el nacionalismo vasco».

Dicho todo esto, parece claro que no le gustaría la continuidad de Esparza, aunque cuando se le plantea responde así: «No lo voy a decir, no quiero influir en la afiliación». También deja en el aire la posibilidad de volver a cargos de responsabilidad: «Lo siento, prefiero no responder, no quiero estar en el foco de la confrontación», dice, sin aclarar si alguien se lo está planteando.