Tras tantos años de espera, el sueño europeo del indómito Osasuna ha resultado tortuoso. Si tener que dejarse tanto esfuerzo peleando en los despachos contra el gigante de la UEFA ya resultó extenuante, el sorteo fue especialmente cruel con los rojillos, que lo emparejaron a un rival que, sin quizá el brillo o el nombre de otros, ha demostrado ser un equipo estructura Champions, obligando a los iruindarras a rendirse ante la evidencia.

Sin ese poso necesario para hacer camino en Europa, Osasuna sí que ha dejado su impronta en el Viejo Continente, poniendo en serios apuros a un muy buen equipo, mucho mejor que su grada y el desagradable “que viva España” que ya cantaron en Iruñea. El 0-2 de Budimir en el 53 puso al alcance soñar con esa gesta europea de la que hablaba Arrasate en la previa, una hazaña que ofrecer a «Kaixer» y el resto de entusiastas rojillos, pero que se les escapó como arena entre los dedos.

De todos modos, salvo en la primera parte de El Sadar, los rojillos han ido a remolque en toda la eliminatoria. De hecho, ayer mismo, ni siquiera con el 0-2 a su favor fue capaz el equipo de Arrasate de frenar las incursiones por bandas, lideradas por un De Cuyper con pinta de lateral top en pocos años, del equipo flamenco.

Conocedor de que gran parte del peligro del equipo flamenco en Iruñea llegó por los costados, intentó el de Berriatua reforzar sus laterales, especialmente el zurdo, doblando a Mojica y Juan Cruz en el lateral zurdo, pero su propuesta le salió regular, como la actuación del colombiano, la espita del sueño de la remontada con su golazo en el 27 en una jugada de pizarra en un corner, pero a su vez el vacío por el que se sumieron las esperanzas rojillas al perder dentro del área el balón con el que Skov Olsen puso el 2-2 que condenó a los iruindarras.

LICENCIA PARA SOÑAR

Pero tras haber resistido al asedio flamenco en la primera mitad, el gol de Budimir en el 53 concedió a los iruindarras la licencia para soñar con el pase. Porque ahí comenzaron las primeras dudas en un equipo que veía lo infructuoso de su dominio ante un rival que se crecía en la incomodidad.

Sin embargo, las percusiones flamencas por los costados terminaron pasando factura física en la defensa rojilla y los cambios de Jagoba no pudieron reactivar al equipo, que encajó dos goles en tres minutos. Con toda la inferioridad mostrada, Aimar tuvo en el 101 en sus botas el balón con el que forzar la prórroga.