El gran simétrico del cine contemporáneo y ganador del premio honorífico Cartier Glory to the Filmmaker, Wes Anderson, debía ser ayer protagonista absoluto de la jornada en el Lido, pero la carga de estrenos importantes del primer fin de semana de festival ha repartido los titulares. Wes compitió por el micrófono aprovechando para estrenar nueva película: un mediometraje titulado “La maravillosa historia de Henry Sugar”, que Netflix produce y estrenará el 20 de septiembre, sobre una historia de Roald Dahl. Ver al cineasta sentado en una rueda de prensa marcada por las ausencias de un reparto íntegramente en huelga, fue un espectáculo por sí mismo. Sobre la huelga, Anderson reiteró lo imperativo de una reconciliación entre los estudios y el sindicato: «La gente está sufriendo».

“LA MARAVILLOSA HISTORIA DE HENRY SUGAR”, PRESENTADA

Fuera de Concurso, adapta el cuento de Dahl sobre un hombre caprichoso que se enriquece gracias a la técnica aprendida de un gurú que puede ver aun sin abrir los ojos. Henry Sugar (Ralph Fiennes) abrirá otra lasaña metanarrativa vertiginosa que se replica entre capas de lectores y escuchadores (Benedict Cumberbatch, Dev Patel, Ben Kingsley), entre el cuento infantil y la geometría pura. Anderson, espíritu científico, sigue ensayando con la horizontalidad y el eje, reorientando la iluminación de una escena sin cortar, improvisando nuevas formas de torcer el eje visual e incluso descentrando la relación de aspecto cuadrada. Está forzando la evolución del lenguaje del cine a diario, con la concentración de un gurú y el buen humor de un bohemio rico.

De la inteligencia discreta a un retorno emotivo aunque bochornoso. El francés responsable de “El quinto elemento” o “El profesional” ha pasado cinco años bastante malos desde su último estreno, “Valerian y la ciudad de los mil planetas”, un sonado desastre en taquilla que precedió a la quiebra de su estudio EuropaCorp y al largo proceso judicial a raíz de una acusación de violación, de la que fue finalmente absuelto. Ello explicaría por qué la rueda de prensa de “DogMan”, en Competición, se vivió entre lágrimas: «No soy un especialista del cine», decía Luc Besson a la platea de periodistas, «escribí [‘DogMan’] como forma de escapar del mundo». El sentimentalismo tras sus declaraciones, sin embargo, ha quedado coartado por las intervenciones del actor protagonista, el estadounidense Caleb Landry Jones, que en toda la rueda mantuvo un impostado acento escocés por estar preparándose un papel.

“DogMan”, el “hombre perro”, no es un superhéroe sino una suerte de buen padrino que, desde las sombras, gobierna un distrito de Nueva York con su ejército de perros. El director y guionista retrocede sobre el duro pasado de maltratos que llevó a este Jóker perruno a confinarse junto con “sus criaturas” en un zulo y a practicar el travestismo. Besson saca sus gafas de experto justificando en comportamientos psicóticos el arte del drag… En el año 2023. Si a ello le sumamos la romantización del acoso y la tropa racializada de delincuentes que aderezan la película, mejor bajamos persiana. Sin duda, su apuesta es puro camp y no teme al cliché disfrutón, pero los altibajos emocionales de la tama son tan simples y manidos que cualquiera se preguntaría por qué programarla fuera de horas de siesta.

“POBRES CRIATURAS” ES LA “BARBIE” DE YORGOS LANTHIMOS

Tampoco hubo estrellas para presentar la nueva película de Lanthinos. Escrita por Tony McNamara, basándose en la novela homónima de Alasdair Gray, el film sigue la historia de formación de Bella (Emma Stone), una monstruo de Frankenstein cuyo creador (Willem Dafoe) ha encerrado en su excentrísima mansión londinense. Lanthimos sigue el periplo de Bella por el mundo, acompañada del farsante Duncan Wedderburn (Mark Ruffalo), en un viaje que le dará herramientas para comprender y cuestionar el mundo patriarcal en el que vive. Un universo vivo y fantasioso -aunque reconocible-, tan bello como violento. ‘‘Pobres criaturas’’ llegará a nuestros cines el 26 de enero, a tiempo para una nominación al Oscar a su protagonista.