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Modi se ve reforzado en un G20 que contenta tanto a Rusia como a EEUU

El primer ministro indio, el panhindú Narendra Modi, se vio reforzado políticamente por una cumbre del G20 en el que la ambigüedad de su declaración final escondió las divisiones del grupo y permitió que tanto EEUU como Rusia se felicitaran por ella. Por su parte, Joe Biden dio ayer en Vietnam otro paso para frenar la influencia de China.

Biden y Modi encabezan al grupo del G20 en el acto ante el memorial de Mahatma Ghandi. (AFP)

El primer ministro indio, Narendra Modi, se sintió reforzado por la cumbre del G20 que había preparado para mejorar su imagen, impulsar sus objetivos políticos y consolidar el lugar de India en el escenario internacional antes de las elecciones del próximo año.

Modi había lanzado la propaganda sobre la presidencia india del G20 hace meses renovando Nueva Delhi, con la destrucción de barrios marginales en la ruta de los líderes del G20 y la reconstrucción de las arterias principales.

«Sale políticamente lleno de energía y ciertamente también con ventajas políticas», estima Michael Kugelman, director del Instituto del Sur de Asia en el Wilson Center. De hecho, Modi incluso propuso alargar el evento con una cumbre virtual en noviembre, aún bajo su presidencia.

Además de la integración de la Unión Africana en el G20, Modi presumió del consenso alcanzado sobre una declaración final a pesar de las profundas diferencias del grupo y a costa de concesiones.

India se felicitó por «persuadir a nuestros amigos occidentales y decirles que no necesitan insistir en una condena explícita de la invasión rusa de Ucrania». El texto, que rechaza el uso de la fuerza para romper la integridad territorial evitó hablar de «agresión» por parte de Rusia, lo que irritó a Kiev.

Sin embargo, EEUU defendió que envía un mensaje sobre la «necesidad imperativa» de que Rusia deje de usar la fuerza en Ucrania y se abstenga de violar la integridad territorial de ese país.

En cambio, Moscú sostuvo que el sur global evitó en la cumbre que la guerra en Ucrania dominara la agenda y advirtió a Occidente de que a partir de ahora tendrá que tener en cuenta los intereses de los países en vías de desarrollo, que se han hecho oír en la reunión. «Gracias a la posición consolidada del sur global (...) fue posible impedir que Occidente tuviera éxito en su intento de ucranizar’ nuevamente toda la agenda en detrimento de la discusión de las tareas urgentes de los países en desarrollo», señaló el ministro ruso de Exteriores, Serguei Lavrov.

Lavrov entendió que la alusión a la guerra en Ucrania, «no trata en sí de Ucrania», porque «allí se menciona la crisis ucraniana pero solo en el contexto de la necesidad de resolver todos los conflictos que existen en el mundo en línea con todos los propósitos y principios de la Carta de la ONU». Además, interpreta que fue Ucrania la que «destruyó por sí solo la integridad territorial de su país».

Menos éxito aún se puede arrogar la cumbre sobre la crisis climática, ya que ni siquiera pidió una salida de los combustibles fósiles.

Y las diferencias que se han evidenciado pese a estas declaraciones de satisfacción se agudizarán en los próximos años. China expresó su oposición a que EEUU presida el grupo en 2026 dirigiendo la agenda de los debates y ejerciendo de anfitrión de las reuniones.

«No nos interesa un G20 dividido», advirtió el presidente brasileño, Luiz Inàcio Lula da Silva, que asumirá la presidencia el 1 de enero. Avanzó además que su homólogo ruso, Vladimir Putin, no será detenido si acude a la cumbre de Brasil pese a la orden de arresto de la Corte Penal Internacional.

BIDEN, EN VIETNAM

En ese contexto, el presidente de EEUU, Joe Biden, siguió su gira ayer en Vietnam con otro paso para contrarrestar la influencia de China. Biden firmó con el secretario general del Partido Comunista, Nguyen Phu Trong, un acuerdo que eleva la relación bilateral a asociación estratégica, y que enmarcó en la red de alianzas que ha ido tejiendo en la región, como el Quad o el pacto Aukus,

En la práctica, el acuerdo busca impulsar la producción de semiconductores en Vietnam, consolidado como un destacado centro de fabricación regional y que empresas estadounidenses ven como un destino de producción alternativo a China en una cuestión clave para EEUU.