¿Cuál es el problema?
A qué tanto insistir en que la constitución española es una losa de mármol que esculpió personalmente Dios hace algo más de 40 años? Toda constitución, hasta la manoseada española, se debe a la sociedad, no la sociedad a ella, y no es un texto sagrado sino un conjunto de normas generales de convivencia que se da la sociedad y que, conforme los años pasan y la sociedad cambia, se reforma. No sería la primera vez.
¿Y a qué viene este alboroto porque se demande la amnistía para los condenados en el proceso catalán, que lo único que hicieron fue sacar las urnas a la calle porque, como decían los nacionalistas españoles, «sin violencia todo es posible»? Tampoco sería la primera vez ni del único tipo. Hace diez años ya hubo una amnistía, en este caso fiscal, la cuarta en «democracia», conocidas como «regularizaciones fiscales».
Si de algo se puede acusar a Puigdemont y a Junts per Catalunya es de haber sido demasiado cautelosos exigiendo solo la amnistía porque derecho tienen a demandar la cárcel por prevaricadores para Llarena, Marchena y demás supremas togas de una podrida justicia española que debiera disolverse empezando por la «segunda sala» y todos los honorables magistrados que, «desde atrás afinan» las sentencias.
(Preso politikoak aske)