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JOPUNTUA

«Puta» está por encima de todo


Me entrevistó hace dos décadas, estaba preparando un libro sobre violencia machista dentro del vínculo. No me pareció especialmente empática. En un momento, mientras yo le narraba una escena de celos bastante chunga que me había montado un amante, ella saltó: «¡pero cómo no vas a tener problemas en tus relaciones si no eres fiel!». Estábamos hablando de violencia contra las mujeres y ella me aclaró que me la merecía, por puta. Yo le había explicado ya que jamás pacté monogamia: pues puta. Da igual que traiciones a tu pareja o no, «puta» está por encima de todo contra nosotras. No hace falta ni que recuerde que jamás se les juzga así a ellos. Años después, se desahogó en otro libro sobre lo tortuoso que fue para ella que su pareja de larga duración, un famoso actor, decidiera dejar la relación. Me dije: ay, amiga, los espejos patriarcales que clavamos contra otras se nos clavan a nosotras.

Me he zampado en dos días todo sobre Rosa Peral en Netflix, la serie y el docu. Está condenada como policía asesina de otro policía, pero en sus dos juicios, el mediático y el penal, se mezcló contra ella el delito y el pecado. A la madre de Nagore Laffage le preguntó el tribunal si su hija era ligona cuando se estaba juzgando a su asesino confeso y el asunto central en el proceso contra Rosa Peral fue su promiscuidad. Víctima o victimaria, por encima de todo, puta. El asesino de Nagore es un homicida y Rosa es una asesina: la misoginia, impertérrita.

En 2003 un padre de familia de Seattle que había aniquilado a unas noventa mujeres durante veinte años reconocía que «eligió a prostitutas porque sabía que podía matar a cuantas quisiera sin ser descubierto». Como afirma certeramente nuestra puta alzada trans Bea Espejo, «yo diría que la alarma social por la existencia de prostitutas es muy superior a la producida por la agresión a prostitutas». Si no comprendemos que el estigma puta nos condena a todas, a las putas y a las señoras, y además nos divide entre nosotras, es que no hemos comprendido nada. O que no queremos comprenderlo.