Raimundo FITERO
DE REOJO

Flojos cimientos

La sobreactuación de la caverna política y mediática es tan irreflexiva y autolesiva que no se puede analizar fuera del contexto de la psiquiatría de mitad del siglo veinte. Algunas mañanas pienso que es un infantilismo trufado de abusos en las sacristías lo que hace acumular tanto odio y caspa, porque empiezo a convencerme de que son colectivos sectarios fundamentalistas que solamente buscan el beneficio propio. Al mediodía ya tengo muchas más dudas y me parece estar ante uno de los movimientos golpistas más tercos y orwellianos. Por las tardes, entre escaladores rubios que ganan vueltas ciclistas y dosis de rubialismo o sanchismo de Tailandia y desajustes meteorológicos, entro en la fase de exaltación del voleibol de playa. Cuando aparco mis emociones primarias y utilizo parte de mis herramientas de análisis exprés, al escuchar esas frases tremendistas que provocan risa seca antes de entrar en su fase de terror, me acerco con precaución a la duda razonable más obvia: ¿por qué el pobre Feijóo hace tiempo que no da ni una? Convocar manifestaciones contra una supuesta amnistía, que es un magnífico señuelo, días antes de su fallida investidura es el acto político más ridículo jamás visto. Es confirmar su insignificancia. Pitó Aznar y bailó Feijóo. El liderazgo actual en la banda tiene los cimientos más flojos que los de esa España que tiemblan por un supuesto pacto político.

Seguimos viendo la desgracia descomunal en Libia. La tragedia estructural en Marruecos. El tratamiento mediático de estas situaciones es desigual hasta provocar náuseas.