GARA Euskal Herriko egunkaria
EDITORIALA

Aplicación dogmática de medidas económicas que castigan a familias, empresas y pueblos


La decisión del Banco Central Europeo de subir de nuevo sus tipos de interés 25 puntos básicos, hasta el 4,5%, supone un golpe para las economías familiares europeas, en general, y para las vascas, en particular. La pequeña y mediana empresa, que vertebra la economía vasca, también sufrirá a medio plazo, en la medida en que se gasten sus reservas y cuando tenga que invertir. La banca se beneficiará aún más de estas decisiones y, en principio, las grandes empresas no se verán afectadas.

Otra cosa es que esta degeneración del neoliberalismo, junto con la emergencia climática y la crisis de las democracias liberales, está empujando al sistema a terrenos ignotos, donde las fórmulas clásicas pueden demostrarse inviables. Eso sí, hay un principio general que prevalece: los platos rotos los pagarán los mismos, los y las trabajadoras. Asimismo, los pueblos más castigados por sus tradiciones de lucha y los que tengan menos soberanía sufrirán más.

SABEN LO QUE HACEN Y NO SABEN QUÉ HACER

En un año el BCE ha elevado el precio del dinero en 450 puntos básicos. La de esta semana es la décima subida consecutiva. Esta última decisión no ha sido tomada por unanimidad, lo que revela que ellos mismos tienen dudas sobre sus propios dogmas. Aun así, aunque no funcionen, no los piensan revisar.

El BCE tenía que apostar entre el control de la inflación -obsesión declarada de su presidenta, Christine Lagarde-, o atender a los signos de estancamiento de la economía que ya se avistan en todo el continente, empezando por Alemania. Decidió lo primero, y es seguro que el encarecimiento del crédito afectará a la actividad económica y al empleo. No es que no sepan lo que hacen, es que ya no saben qué hacer. Tampoco les importan las consecuencias evidentes.

Hasta hace poco muchos analistas creían que con la anterior subida se había cerrado un ciclo y el debate se centraba en cuánto durarían los intereses tan altos. Lagarde negó que no pudiera haber más subidas y dejó claro que, como mínimo, estas tasas se alargarán en el tiempo. Según sus cálculos más optimistas, la inflación no alcanzará el mágico 2% hasta el 2025, lo que garantiza un ciclo de especial dureza para la clase trabajadora y los pobres en general.

DIME QUÉ ACEITE GASTAS Y TE DIRÉ QUIÉN ERES

En primer lugar, en los próximos meses el problema de la vivienda se agravará. En el caso vasco, una parte importante de las familias están hipotecadas con deuda variable, lo que las asfixiará aún más. Si no se toman medidas acordes con las leyes de vivienda, esta tendencia se trasladará a los precios de los alquileres. Los fondos acechan y acumulan un poder que pierden los gobiernos que neciamente les favorecen.

A pesar de los discursos oficiales sobre estas medidas, la especulación puede seguir marcando los destinos de la economía y provocando el sacrificio en grandes capas de la sociedad. En muchas casas de Euskal Herria ya ha cambiado desde el menú hasta el ocio, alterando las prioridades de gasto doméstico y obligando a las familias a hacer un cálculo constante de ingresos y gastos. Además de en un símbolo de la especulación, el aceite para cocinar se ha convertido en un indicador socioeconómico de primer orden.

El empobrecimiento es patente y también crecen las desigualdades. Dada la diferencia de oportunidades entre clases sociales, estas desigualdades se heredarán en las siguientes generaciones. El dichoso ascensor social no existe o, como mucho, se divide en dos: uno para el servicio y otro para los dueños.

Para cambiar esta situación injusta hacen falta políticas públicas serias y alternativas políticas profundas. Hace falta más soberanía, que es condición de democracia. Y hace falta luchar para demoler un sistema que tiene la crueldad por bandera.