Iñaki LEKUONA
Profesor
AZKEN PUNTUA

Hirviendo

El último barómetro sobre la pobreza publicado por la ONG SPF está que hierve. Uno de cada dos ciudadanos afirma vivir al día, sin poder ahorrar, y uno de cada tres reconoce no poder asegurar tres comidas al día en casa, priorizando el hambre de sus vástagos a la suya propia. El instituto de estadística INSEE confirma este contexto desolador asegurando que cerca del 15% de los franceses viven bajo el umbral de la pobreza. El alza de los precios de los productos básicos de consumo, la inflación en el sector energético y la precariedad laboral auguran un futuro oscuro en el que quiere brillar, bajo la luz del populismo, una Marine Le Pen que acaba de anunciar con pompa una “Declaración de derechos de las Naciones y de los pueblos”, el arma total frente a las multinacionales. No lo tendrá difícil, porque el gobierno que tiene en frente, y que presenta hoy su plan contra la pobreza, se muestra hasta ahora no solo incompetente en la materia, sino impertinente, cuando no insultante. En Sud-Ouest, la ministra de Comercio y Turismo aseguró ayer que, como medida contra la inflación, habría que cocinar más, porque la comida preparada «es más cara». Cara, la de ella. Tiene suerte Olivia Grégoire de que el aceite esté por las nubes, porque, sin encuesta alguna, al menos uno de cada dos ciudadanos se lo echaría encima hirviendo.