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Plano


La Francia republicana, se ha puesto a los pies de la monarquía británica agasajando de manera impúdica a Carlos de Inglaterra, «su majestad» le dedicó Macron, para el que organizaron un convite regio de 160 invitados en el palacio de Versalles que según algunas informaciones costó más de treinta mil euros por persona, con bogavante del supuesto color de la sangre real y vinos de a tres mil pavos la botella que, en plena crisis, harían sangrar las conciencias de los presentes, si la tuvieran.

Pocos días después, la Francia laica, se ha puesto a los pies del reino de dios en la tierra, «su excelencia» le dedicó Macron, recibiendole como si de un ser divino se tratara, pero haciendo oídos sordos a sus palabras sobre los migrantes, respecto a los cuales aseguró que «no vienen a invadir, sino que buscan hospitalidad». Y mientras que Macron respondía con un manzanas traigo, una parte de la Francia cristiana, la de extrema derecha, crucificó con un xenófobo «papa argentino» a Francisco, por «no ser consciente del problema de la inmigración en Europa, que inquieta a la sociedad». A la Francia republicana y laica le queda rezar para que su quince acabe reinando en la máxima competición de rugby, en un mundo que nunca fue redondo, ni ovalado, sino plano, como su moral.