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LA PRÁCTICA

La juventud cura todos los males


Aratos, me divierte etiquetar a las películas por edades (el conservadurismo es “viejo”, la energía es “joven”, y otras convenciones). Sin embargo, resulta difícil catalogar la última película del sexagenario Martín Rejtman, una suerte de Víctor Erice porteño en calidad, cantidad e impacto de sus trabajos (“Los guantes mágicos”, “Dos disparos”) sobre el cine argentino. “La práctica” es el retrato de Gustavo (Esteban Bigliardi), un hombre apocado ante el proceso de separación de su mujer (Mirta Busnelli), alguien que trata de cuidarse física y mentalmente como quien baila torpe, pero baila. Rejtman dispone a su protagonista sobre un aparador de situaciones cómicas que resuelve siempre en un redoble humorístico deadpan (inexpresivo), al estilo de Jim Jarmusch y Aki Kaurismäki, a quienes -por cierto- nada tiene que envidiar. Pero nunca será Gustavo objeto de burla. Vuelvo a la cuestión de la edad: si el cine contemporáneo se ríe con los tópicos que arroja sobre cada etiqueta identitaria-cultural (veganismo, políticas de género, tecnofobia), Rejtman prefiere hacer humor al borde de dichas etiquetas, no a su costa. «¡Se me olvidaba que los veganos no coméis ajo!», bromea la compañera de piso de Gustavo. “La práctica” admite el cambio igual que su protagonista ensimismado, vistiendo media sonrisa incrédula pero sin cerrar la puerta a probar y crecer. Aun amparada en el estatismo, reconocemos la ligereza y el buen carácter de una película que se siente joven.