Amaia U. LASAGABASTER
ÚLTIMO PARTIDO DE MEGAN RAPINOE

Una futbolista excepcional, una mujer comprometida

Ante 25.000 aficionados y rodeada de compañeras, familiares y amigas, Megan Rapinoe disputó el domingo su último partido como futbolista profesional. Cuelga las botas una jugadora excepcional, con un palmarés al alcance de pocos deportistas, pero no apaga su voz una mujer comprometida que siempre ha querido luchas para «hacer del mundo un lugar mejor».

(Michael REAVES | AFP)

Todos contamos con el mismo recurso, esta vida tan preciada, conformada por las decisiones que tomamos a diario. Así que, ¿qué vas a hacer tú», concluía la autobiografía de Megan Rapinoe. En una suerte de respuesta a esa pregunta, la Federación de Estados Unidos despedía a la californiana, que el domingo disputó su último partido como futbolista profesional, celebrando que «has hecho de este deporte, de este país y de este mundo algo mejor».

Rodeada de compañeras, familiares, amigas y 25.000 aficionados, se despedía una futbolista excepcional y una mujer comprometida. Incansable luchadora contra el sexismo, el racismo o la homofobia, su figura ha trascendido los terrenos de juego, lo que le ha valido una multitud de fieles y no pocos detractores.

Un rápido vistazo a las redes sociales después de que Rapinoe fallara uno de los lanzamientos en la tanda de penaltis ante Suecia que acabó apeando a Estados Unidos en octavos de final del pasado Mundial confirmaba que nada molesta más en ciertos ámbitos que una mujer que levanta la voz. Como resumía con humor una tuitera, «si tiene su propia opinión, juega mejor que tú y tampoco se acostaría contigo, ¿cómo no te va a caer mal, Manolo?».

Criada en una familia numerosa, la californiana comenzó pronto en el fútbol junto a su gemela Rachael, con la que compartió vestuario hasta los Portland Pilots. La amplia red de ojeadores de la USWNT se fijó pronto en ella, también las Universidades, y su carrera despegó. Estuvo a punto de truncarse nada más debutar con la selección absoluta, cuando enlazó dos roturas de ligamento cruzado anterior que le tuvieron dos años de baja y le impidieron disputar el Mundial de 2007 y los Juegos de 2008.

Reapareció en 2009, participando en la primera edición de la NWSL -seleccionada en el número dos del draft por Chicago Red Stars-, una competición de la que solo se ha ausentado para su aventura europea con el Olympique y en la que ha sido fiel a Seattle Reing, ahora OL Reign, desde 2013. Mejor equipo de la Liga regular en tres ocasiones, el título se le ha resistido siempre al equipo de una Rapinoe que ha conquistado sus mejores éxitos con la selección. Dos Mundiales, oro y bronce olímpicos jalonan el palmarés de la futbolista. Golpeo, vista, velocidad... Como anotadora o como asistente, la extremo ha sido un seguro de gol para sus equipos, lo que también le ha valido un sinfín de galardones personales, entre los que destacan el Balón de Oro y el The Best de 2019 o la Bota y el Balón de Oro del Mundial que acogió Francia aquel año.

Rapinoe alcanzó entonces su mayor cota de popularidad mundial, también fuera del verde, aunque hacía años que su figura ya era venerada en Estados Unidos. Para entonces también era uno de los blancos habituales de la ira del expresidente Donald Trump, que ni siquiera recibió a las campeonas del mundo, que ya habían adelantado su negativa a ir, en la Casa Blanca.

Y es que la ya exjugadora representa todo lo que espanta al que fuera presidente estadounidense. En 2012 hizo pública su homosexualidad y ya para entonces se había implicado en la ayuda a las personas drogodependientes, algo con lo que estaba muy sensibilizada por los problemas de su hermano mayor con las drogas. En 2016 hincó la rodilla en el suelo mientras sonaba el himno estadounidense, gesto que repitió en numerosas ocasiones, para protestar por las injusticias que sufrían las minorías en su país. Fue también una de las líderes en la lucha de las futbolistas estadounidenses por la igualdad de trato de su Federación, un largo contencioso que, tras llegar a los tribunales, acabó saldándose del lado de las jugadoras.

«Siempre he intentado jugar de la manera correcta y llevar mi vida de la manera correcta. He intentado utilizar cualquier plataforma a mi alcance para hacer crecer el fútbol y para hacer del mundo un lugar mejor», resume la propia Rapinoe, que cuelga las botas pero no apaga su voz. Tras haber «disfrutado de cada momento, celebrado, luchado y dado todo», ahora piensa «seguir promoviendo el deporte femenino. Creo que estamos en una época particularmente especial y tengo la intención de utilizar mi influencia de la mejor manera posible».