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CARRERA A LA CASA ROSADA EN ARGENTINA

El debate presidencial, sin un claro ganador y con promesas de cambio

Los candidatos presidenciales en Argentina tuvieron su primer intercambio, en el que nadie defendió la política del Gobierno saliente. Javier Milei moderó su tono, pero ratificó sus reformas neoliberales radicales, mientras que el peronista Sergio Massa anunció un Ejecutivo plural y pidió no ir a votar con enfado, en tanto Patricia Bullrich prometió mano dura contra los piquetes.

(Tomás CUESTA | AFP)

Los cinco candidatos a la Presidencia de Argentina para las elecciones del 22 de octubre tuviero su primer debate la noche del domingo, en el que hubo una promesa de cambio de parte de todos, prudencia para evitar errores no forzados, pocas broncas y con el candidato de la ultraderecha, Javier Milei, moderando el tono y su frecuente estilo de confrontación.

Quienes superaron el umbral del 1,5% de votos, es decir, Sergio Massa, por la coalición peronista, Patricia Bullrich (Juntos por el Cambio, centroderecha); Myriam Bregman (Frente de Izquierda) y Juan Schiaretti (peronismo disidente conservador), además de Milei (Libertad Avanza), viajaron hasta la sede universitaria de la norteña provincia de Santiago del Estero para tomar parte en el debate en el que los temas fueron economía, educación y derechos humanos y convivencia democrática (este último fue introducido por votación popular). Otros asuntos serán debatidos el domingo próximo, en el segundo encuentro antes de los comicios.

No hubo muchas propuestas ni discusiones empantanadas, porque el formato del debate (regulado por ley y organizado por universidades públicas) es estricto y deja poco margen para salirse del libreto, ya que hasta hay que pedir permiso para interrumpir. De hecho, de media cada uno habló entre 15 y 16 minutos en total.

AL REFERIRSE A LOS DERECHOS HUMANOS, JAVIER MILEI OPINÓ SIN TITUBEOS QUE EN SU PAÍS HABÍA HABIDO EN LA DÉCADA DE LOS AÑOS 70 «UNA GUERRA, EN LA QUE LOS MILITARES COMETIERON EXCESOS»,

siendo el único que abrazó lo que en Argentina se conoce como «la teoría de los dos demonios», que equipara el terrorismo de Estado y las desapariciones con la acción guerrillera.

Pero con un incremento de precios al consumo que supera el 110% anual, se daba por descontado que la palabra inflación sería la más mencionada. Quien más la utilizó fue Milei (14 veces) y junto con Bullrich y Bregman fustigaron a Massa, ministro de Economía hace un año del Gobierno central y segundo en las encuestas, por sus malos resultados en cuidar el valor de la moneda.

El extravagante Milei se hizo famoso en parte por sus enconadas peleas en TV. Para tratar de conquistar al votante que teme su estilo, se mostró más sosegado y se cuidó de repetir algunas de sus propuestas más radicales; de hecho, apenas insistió en la dolarización, aunque consideró que el peso argentino no tiene futuro. También se situó como el outsider y líder de la antipolítica, y señaló que todos los demás son parte de la «casta empobrecedora».

«Argentina está en decadencia. Proponemos una reforma del Estado, bajar drásticamente el gasto público, reducir impuestos, desregular a fondo la economía, privatizar las empresas públicas y cerrar el Banco Central. Argentina en 15 años podría alcanzar niveles similares de vida a los que tiene Francia y en 20, a los de Alemania», prometió Milei, quien apuntó al déficit fiscal de 14% del PIB y a la emisión monetaria como causantes de la elevada inflación.

Las propuestas del ganador de las primarias son tan radicales que generó un coro en contra del resto de los candidatos. Massa recordó que los «únicos países que dolarizaron fueron Ecuador, El Salvador y Zimbawe», y abogó por mejorar la exportación de combustibles fósiles (Argentina tiene las segundas reservas mundiales de gas de esquisto), negociar con el FMI y subir las penas a los evasores fiscales.

Siempre más lenguaraz, Bregman, la candidata del trotskismo, le recordó a Milei que a pesar de llamarse libertario ha pactado con un sector del sindicalismo más casposo y del peronismo conservador (a cambio de asistencia en la campaña) y tuvo la mejor ironía de la noche: «Milei es un empleado de los empresarios, no es un león, es un gatito mimoso del poder económico».

Bullrich, tercera en las encuestas, cuestionó las subidas de 40 impuestos que hizo el ministro Massa, advirtió contra Milei porque «los únicos tres países que no tienen Banco Central son paraísos fiscales» y alertó de que las reservas de divisas no alcanzan para una dolarización real. Apuntó contra el desequilibrio fiscal como causa de la inflación, al igual que Schiaretti (último en los sondeos, con menos del 4%).

Bullrich quiso exhibir su perfil de mano dura, haciendo hincapié en «los piquetes», aprovechando el hartazgo que esa constante práctica de protesta provoca en los ciudadanos de Buenos Aires, y recalcó que «Milei está solo» y no tiene suficiente fuerza en el Parlamento ni en el poder territorial para encarar sus reformas.

Por su parte, un Massa mucho más sobrio que de costumbre intentó perfilarse como una etapa superadora del kirchnerismo, pidió que no se vaya a votar «con enojo, sino con esperanza» y avisó de que un triunfo de Milei era «un salto al vacío y a la locura».

El domingo próximo será otra oportunidad para conquistar al 15% de votantes que dicen estar aún indecisos.